Crónica del Festival de Sitges - DÍA 3
[[Crónica de @marckwire21]] |
Estoy desayunando mientras por la ventana
observo como el aire zarandea violentamente las ramas de los arboles. Son las
6:25. Mal asunto, tiene toda la pinta que va a llover. Saco a pasear a Dexter (mi perro, del que ya os he
hablado en otra crónica) y como era de esperar, nos pilla la lluvia. Recojo mi
mochila y me cubro con un chubasquero, me esperan 25 minutos caminando bajo el
agua hasta la estación de tren. Con las bambas caladas y un mal cuerpo horrible
además del sueño que ya empieza a acumularse, me dirijo a la jornada dominguera
de Sitges. Al llegar, la lluvia ha cesado pero el destrozo ya está hecho. Hoy
no va a ser un día fácil, lo intuyo.
La enriquecedora
experiencia que estoy viviendo mientras cubro (gracias al abono matinée que conseguí en un sorteo) el Festival de Sitges, no quita que la sala Auditori tenga un par de inconvenientes.
El primero de ellos -quizás porque soy novato y es mi primera vez- es mi
incomprensión hacia el sistema de subtítulos que rige ciertas películas que se
proyectan: ¿cómo pueden poner 4 subtítulos al mismo tiempo en un film, chino,
inglés, catalán y castellano (estos dos últimos con un tipo de letra no apta
para los de la última fila)? Incomprensible. Y el otro problema es que si te
toca alguien alto delante, te puedes morir del asco. Además, el hecho de no tener
una disposición en anfiteatro como las salas de cine más modernas no solo
disminuye tu visión sino que también molestas a quien se siente detrás tuyo al
tener que moverte si el de delante lo hace, y lo hacen (hay gente a la que le pica
mucho la cabeza al parecer), otros se cansan de estar apoyados en el hombro de
su pareja y otros simplemente son altos. La sala Auditori, solventando esos pequeños problemas, sería la mejor sala
de cine de toda Cataluña.
La Distancia: ¿lo peor de
Sitges 2014?
Antes de entrar a la proyección de la
película del director valenciano me saluda Ricardo (@judapris), el otro ganador
del abono Matinée que sorteaba Medium
Hoteles y que tan amablemente se ofreció a compartir conmigo. Una vez
hecha la foto de rigor para el organizador del sorteo, entramos a ver el
film. La Distancia es una historia
surrealista, muy surrealista, quizás demasiado. Lo que empieza como un cuento
muy interesante termina volviéndose tedioso y pesado: 80 minutos que se hacen
muy largos, y en los que ese final todavía más surrealista que todo lo anteriormente
contado llega a no importarte nada. Segunda película de Sergio Caballero tras Finisterrae.
Adoro el surrealismo, Lynch es de
mis directores favoritos, y el Tarkovski
de Stalker o La infancia de Ivan me encanta, pero lo que nos venden en La Distancia ralla la estupidez. Uno
tiene la sensación que cualquier tontería que se le pasó por la cabeza a su
director ha terminado siendo una escena dentro del film. Tenemos una cuba que
habla japonés, tres enanos a cual más raro, uno de ellos oye gritos de mujeres
asesinadas como si de música se tratara, otro tiene el poder de mover objetos
con su mente, y el otro puede oír o ver a distancia (no me ha quedado claro),
eso sí, para hacerlo se ha de tocar los lóbulos de las orejas o masturbarse.
Este grupo recibe un encargo de un artista con una mascarilla de cemento en la
cara que vive encerrado en una central térmica de Siberia. Han de planificar y
robar "la distancia". Parece interesante, ¿verdad? Pues no, y eso es
lo que nos ha llevado a los pocos que han acudido a la proyección a quizás
descubrir la rareza buena del festival, pero no ha sido así. Como digo, la sala
no ha alcanzado ni el 40% de su aforo, en parte por la lluvia, o se han dormido
o porque sencillamente sabían que les esperaba. Otros en los que me incluyo
hemos ido porque nos gusta el cine y antes de criticar hay que ver. Sabíamos a
lo que íbamos, lo cual no es prohibición para expresar nuestro descontento ante
semejante bizarrada de película. Si
todo esto no fuera suficiente la película es muda, pero los protagonistas se
comunican entre sí telepáticamente hablando en RUSO. ¿Original? Quizás
para algunos lo sea, pero para mí ha sido un peñazo de proporciones épicas.
También es surrealista la recientemente estrenada Enemy de Villeneuve con
su famoso final, y aun así la sensación al terminar de ver la cinta del
director canadiense uno tiene el pensamiento, por lo menos, de haber visto una
película críptica, surrealista, bizarra e interesante. Esto no pasa con La Distancia, única película vista en Auditori en sesión matinal que no ha
recibido ni un solo aplauso al terminar.
I Origins: sutil y
elegante ciencia-ficción
I
Origins es
el cuarto largometraje del director nacido en Connecticut Mike Cahill, tras el gran éxito de Another Earth, que de nuevo repite en la mezcla de géneros de
ciencia-ficción/drama/romance. La premisa inicial sobre si el iris del hombre
es único para cada ser humano o por el contrario todos los poseedores de un
mismo iris comparten similitudes, sentimientos o incluso vivencias de
fallecidos es muy interesante y pudo dar para mucho mas en las casi dos horas
que dura el film. Aun así, se deja ver bastante bien y mantiene el ritmo, no
decae en ningún momento. Le cuesta arrancar mucho y cuando lo hace ya ha pasado
más de una hora. Demasiadas coincidencias para que ese primer encuentro entre
Ian y Sofy se produzca después de esa primera noche fugaz de aquí te pillo,
aquí te mato. Entiendo que Ian se guíe por la línea luminosa reflejada en el
edificio al salir de comprar, como entiendo esa señal divina en forma de
ladrido de perro que le hace bajar del autobús, pero ¿el encuentro en el tren? ¿Coincidencia
o el chico tiene mucha suerte? Bueno, realmente esto da igual, no importa en la
trama. Estamos ante una ciencia-ficción muy sutil, filmada con elegancia y
acompañada de un deliciosa banda sonora creada por Will Bates y Phil Mossman.
Precioso el tema principal interpretado por el grupo The Dø titulado Dust it off.
I Origins es, sin duda, de lo mejor
que se ha podido ver en Auditori esta
edición, top 5 seguro. La gente que se disponía a abandonar la sala en los
créditos finales se ha ido agolpando en el espacio superior del patio de
butacas tras propagarse el rumor de que había una escena post-créditos: escena
que, si bien no aporta nada a su final, sí es curiosa de ver.
The Guest: estilo Wingard
Adam
Wingard
fue el director en 2011 del slasher
contemporáneo You are next, film que
le catapultó al panorama cinéfilo de la noche a la mañana. El guión fue escrito
por Simon Barret en aquella ocasión,
y ahora en 2014 con The Guest, éste repite
junto con Wingard también metiendo
mano al mismo. El argumento no es nada novedoso, la introducción de un extraño
en un hogar familiar, o el regreso de un familiar conflictivo, el tema extraño
en casa que se queda un par de días se ha visto muchas veces, no hace mucho en Stoker, de Chan-Wook, que si bien no tienen paralelismos sus argumentos si hay
ciertas similitudes. Realmente es muy previsible lo nuevo de Wingard, tanto como lo fue You are next, pero cuando un director es
fiel a su estilo y a sus matices, por muy previsible o típica que pueda ser una
película siempre esperas ese guiño del director, esa o esas escenas que sabes
que no se va a olvidar de introducir, porque el público lo agradece. Así ha
sido su recibimiento en Auditori,
aplausos constantes, risas y una gran sensación de felicidad al terminar su
visionado. Quizás es así donde flojea un pelín, en la poca originalidad de ese
final o mejor dicho, un final muy clásico. Lo mejor del film, la banda sonora y
sobretodo su protagonista, un badass
en pleno uso de sus facultades, una mirada y una sonrisa brutales las de Dan Stevens, un porte y una presencia
intimidatoria. Su personaje, un ex-soldado del ejército que regresa a casa de
un compañero de armas que acaba de fallecer y que le pidió llevara sus últimos
deseos a su familia. Una vez dentro, las situaciones se suceden a cual más
previsible (defendiendo al hermano pequeño ante los matones, flirteando con la
hermana creando complicidad, ganándose la confianza de los padres), es un
grandioso personaje muy action man badass
de los años 80, con gestos y diálogos matadores que han sacado al publico las
mejores carcajadas en lo que llevamos de festival junto con Musarañas. The Guest está más o menos al nivel de You are next, pero juega en una liga diferente como thriller de
acción: ahí es donde Adam Wingard ha
demuestra que se desenvuelve muy dignamente, y confirma que existe un estilo
que lleva su nombre.
The Midnight After: buena
premisa y 100 minutos de desconcierto
Última película que me
permitía ver mi abono matinée en Auditori, y la más larga, 120 minutos. Papelón para The Midnight After, que debía sufrir
ser la película que daban "después de The
Guest" (por su gran recibimiento). La película del veterano director
independiente de Hong Kong, Fruit Chan,
empieza con 17 personas, o mejor dicho personajes a cual más variopinto y
sobreactuado, viajan en un minibús por la ciudad de Kowloon, y que al pasar por
un túnel descubren que el resto del mundo ha desaparecido. Suena a Lost, a un telefilm de Stephen King, a un capítulo de The Twilight Zone, ¿no? Pues sí, sonar
suena, pero ahí se queda. Con un arranque inmejorable, intrigante y prometedor
durante la presentación de todos los personajes acompañado de una banda sonora
potente, y cuando digo potente me refiero a estridente y muy asiática, la
película cae de una manera estrepitosa, volviéndose cansina, tomando el rumbo
que menos esperaba el publico. De hecho, la espantada de la sala ha sido de órdago.
El misterio queda relegado a un segundo plano, se da más importancia a los
futuros de los supervivientes, a sus relaciones, al histrionismo asiático sin
sentido, o con sentido pero sin cordura... es posiblemente lo peor que he podido
ver en Auditori junto a La Distancia, aunque preferiría repetir
la experiencia con The Midnight After
antes que la del surrealismo de Sergio
Caballero.
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