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Título: Les Garçons et Guillaume, à table!
Director: Guillaume Gallienne
Guión: Guillaume Gallienne (basado en su obra de teatro)
Fotografía: Glyn Speeckaert
Año: 2013
Duración: 85 min.
País: Francia
Productora: Coproducción Francia-Bélgica; Gaumont / LGM Films / Rectangle Productions / Banque Postale Image 4 / Canal+ / Ciné
Reparto: Guillaume Gallienne, Françoise Fabian, Yves Jaques, André Marcon, Diane Kruger, Nanou Garcia, Yvon Back, Pierre Derenne, Catherine Salviat, Reda Kateb

La obra de teatro en que se basa el filme de Guillaume Gallienne se estrenó en 2008 en el Théâtre de l'Ouest Parisien. El texto, autobiográfico, escrito e interpretado por el mismo Guillaume, ganó el premio Molières de teatro (una suerte de Premios Tony a la francesa) el año 2010, y este año pasado, que decidió llevarla a gran pantalla, fue la gran triunfadora en los premios de cine francés, arrebatándole a La vie d'Adèle, al Polanski de La Venus a la forrure, y a la aclamada L'inconnu du lac la estatuilla a la mejor película francesa de 2013.

A caballo entre el drama y la comedia, el filme de Gallienne relata las peripecias desde su edad más temprana (entiendo que empieza el filme que Guillaume no tiene ni 20 años) hasta la edad adulta. Durante el crecimiento del personaje y su desarrollo intelectual, el filme intenta comprender (tirando de tópico en algunas ocasiones) la identidad sexual de Guillaume, compleja y con la confusión propia de un adolescente. Pero, como todo en esta película, se trata des del amor y el respeto: el amor y el respeto de aquel que lo ha vivido en sus propias carnes, la ternura del hombre que mira para atrás y ve al chaval que una vez fue, aquel que puede ver en el pasado trágico la comedia simpática.

¡Y olé!

Guillaume, pero, habla de la necesidad de labrarse un camino propio, y la dificultad de dicha empresa, más difícil aún cuando la sociedad y la familia te llenan de etiquetas, como si fueran capaces de comprender lo que eres, piensas o sientes solo con mirarte, o a veces, sin haberte mirado. El cómico, nacido en el seno de una familia burguesa del corazón de Francia, interpreta durante toda la película el papel principal (insisto, autobiográfico) y el de su madre, y cumple ambos papeles a la perfección.

Les Garçons es, además, un filme eminentemente multicultural, pues la vida lleva a Guillaume a pasar un verano entero en España (en una ciudad limítrofe con Gibraltar), a un internado en Inglaterra, y a un balneario en Baviera: en todas las localizaciones, la comedia se fabrica a costa de la diferencia cultural, los juegos con el lenguaje, y, en última instancia, de humor físico. En ninguno de los casos, pero, se enfocan estas diferencias desde el desprecio o la crítica, sino des del amor y el cariño de aquel que ha vivido esa diversidad y ha saboreado el dulce néctar de la variedad en toda sociedad humana.

Fräulein, tráteme con cuidado...

Entre sonoras carcajadas, chascarrillos afrancesados y viajes de autoconocimiento, pero, se esconde un mensaje de amor a las mujeres, y más concretamente a las madres: las únicas mujeres a las que se ama inherentemente y durante toda la vida. Por desgracia, al final, Monsieur Gallienne se sobreexplica y se lo da todo masticado al espectador, tratándolo un poco como un necio sin capacidad de reflexión.

Lo mejor: la actuación de Gallienne, su capacidad cómica, un guión magnífico.
Lo peor: la sobreexplicación final del filme trata un poco como  tonto al espectador.

Exige más de un visionado. Por mucho que duela. Anoto lo que parece importante o merece ser tenido en cuenta. En la vida, cada vez que completas una "obra" significa que puedes pasar a la siguiente. Construir una muñeca vacía dentro de otra, al estilo matrioska (mise en abyme común en Kaufman). 

Construir un almacén dentro de otro almacén. Substituir el reino por la familia, la familia por el género, el género por la especie. Hablar de algo, pero a la vez nombrarlo todo. Renombrar, reinterpretar su vida y la de toda Nueva York, igual que reinterpreta su matrimonio una y otra vez. Recrear el drama caótico pero ordenado de la misma vida, de una ciudad imponente aunque a ratos decadente. Nueva York es la nueva Roma. Premiar la teoría antes que la práctica, y la reflexión antes que la narración. 

¿Ejercicio de pedantería intelectual, o genio incomprendido? Director y actor, personaje y actor. La extraña pareja. ¿Otto e mezzo + The Truman Show? Philip Seymour Hoffman es un monstruo de la interpretación. ¿Qué más da unas semanas que un año entero? La muerte llegará igual, y entre medias sólo habrá tedio. Todos estamos heridos de muerte, bañados en las mismas aguas de sangre menstrual y poluciones nocturnas. Pausa para el café.

Sigo. Exige más de un visionado. Y aún así el filme permanece. ¿En serio esto es una ópera prima? Ambición. La vida lleva a la muerte, el amor a la soledad (y al odio), la creación al fracaso. ¿Sorprende el final por su mera existencia? Si vives en una casa en llamas, ¿sorprende que acabes quemándote? Si escribes la mejor novela de tu vida a los cuatro años, ¿sorprende que te suicides a los cinco? 


Exige más de un visionado. Hipocondría y esquizofrenia no diagnosticadas, pero si insinuadas (síndrome de Cotard, síndrome de Capgras). Se difumina la frontera entre realidad y ficción, entre hecho y metáfora. ¿No es aquí Kaufman un poco Bergman, un poco Allen, un poco Trier y un poco Lynch? Esa casa que arde, el final construido des del principio. Intentar impresionar al prójimo por el tamaño, diferenciarte de tu compañero. No logro lo que consigo, y mientras, me hago viejo y se acerca la hora de morir. 

El humor se construye a largo plazo, y es cítrico, picante, ardiente, ligeramente negro. ¿Qué es lo que Kaufman está haciendo? ¿Es Cotard una mera parodia de su persona? ¿O una dolorosa forma de plasmar los verdaderos miedos del guionista/director/autor? Me quedo con la segunda opción: miedo a un nihilismo inherente, a no sorprender, a no comprender sus propios actos, a perder seres queridos.

Basta, debo parar. No hay más que añadir. Porque, al fin y al cabo, no sé nada ni entiendo nada. Será que no soy Charlie Kaufman. O a lo mejor, todos somos un poco Charlie Kaufman.

Título alternativo: Crítica atípica para una película atípica

Título: Synecdoche, New York
Director: Charlie Kaufman
Guión: Charlie Kaufman
Fotografía: Frederick Elmes
Año: 2008
Duración: 124 min.
País: Estados Unidos
Producción: Likely Story / Sidney Kimmel Entertainment

Reparto: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Michelle Williams, Dianne Wiest, Emily Watson, Samantha Morton, Hope Davis, Jennifer Jason Leigh, Rebecca Merle, Barbara Haas, Tim Guinee
Título: La grande Bellezza (La gran belleza)
Director: Paolo Sorrentino
Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello
Fotografía: Luca Bigazzi
Año: 2013
Duración: 142 min.
País: Italia
Productora: Coproducción Italia-Francia; Indigo Film / Medusa Film / Mediaset / Pathé / France 2 Cinéma / Babe Film / Canal+
Reparto: Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Serena Grandi, Isabella Ferrari, Giulia Di Quilio, Luca Marinelli, Giorgio Pasotti, Massimo Popolizio

Este año, el jurado de Cannes 2013 se olvidó de incluir entre sus películas premiadas esta nueva colaboración entre el realizador napolitano Paolo Sorrentino y el actor Toni Servillio, la película sobre la que ahora mismo me lanzo a opinar: La Grande Bellezza. Es quizás una apuesta tan arriesgada como también lo fue en esta edición Only God Forgives, por su hastío hacia la narrativa habitual, y su ardiente, intensa, y apasionada formalidad técnica. A lo mejor por eso ambas fueron evitadas en pro de La vie d'Adéle, más convencional en forma, pero mucho más arriesgada en fondo. Decisión más que respetable (y más cuando se trata de una hecha por el mismísimo Spielberg), pero de la que, lejos de compartir, rehúyo.

Jep Gambardella (Toni Servillio), cronista y vividor, echa una mirada atrás a su existencia poco después de cumplir los 65 años. Toda su vida ha girado en torno al éxito de su primera y única novela: desde entonces se ha relacionado con los círculos literarios y artísticos de la más alta esfera romana.

Ero destinato a la sensibilità. Ero destinato a diventare uno scrittore...

Prima-hermana de La Dolce Vita de Fellini, sucesora del magnetismo cómico de Woody Allen, reminiscente del Pasolini de Saló, y heredera del mantra (acuñado por P.T. Anderson) "se debe captar la atención del espectador durante los cinco primeros minutos", La Grande Bellezza es un viaje por la mente de un hombre que a sus 65 años de edad repara en el inexorable y nefasto avance del tiempo. Avance que esconde bajo kilos de botox, un frenesí imparable de fiestas, y una banda sonora en la que destaca el remix de uno de los grandes hits de Rafaella Carrá. Y eso dice mucho: la canción es la misma, sólo que se niega a crecer. Su alma intenta, con todos sus medios, resistirse a sucumbir ante la inminente (y definitiva) llegada de la decadencia mediante el fingimiento de la felicidad y el máximo exceso. Jep Gambardella (impecable e imperdible interpretación de Servillio) y sus compañeros nocturnos, todos ahijados de Roma, al igual que la canción (otrora símbolo de toda una generación), se refugian en la gloria de los tiempos ya pasados, e internamente se lamentan de lo que han perdido y les impide alcanzar una existencia plenamente satisfactoria, llevándolos a un deterioro anímico escondido bajo la superficialidad de las grandes y orgiásticas fiestas, y la hipocresía y máxima ostentación de las altas esferas. Al final, sólo al final, Jep logrará aceptar la realidad, y vivir en harmonía con ella.

... Ero destinato a diventare... Jep Gambardella.

Por si todo esto fuera poco, el escenario por el que deambulan sus viejos y deteriorados personajes no es otro que Roma, hogar de lo viejo y deteriorado (pero, igual que ellos, reformado). El escenario perfecto para este gran guiñol en el que se encuentran convertidas las vidas de todo el que rodea a nuestro protagonista, el rey de lo mundano. Un escenario retratado con, valga la redundancia, gran belleza por el director de fotografía de Luca Bigazzi.

Sorrentino nos habla de la imposibilidad de alcanzar o ni siquiera de rozar la "grande bellezza" en un mundo roto y superficial, y, paradójicamente, nos la muestra durante algo más de dos horas. Sorrentino nos habla del fin de la fiesta, y a la vez, del inicio de la más grande de todas. Sorrentino nos habla de todo, y de nada.

Hoy, las #reflexionesdecine corren a cargo de @PauGarcia179 y @PaulPorcoRosso

Durante este mes de noviembre, @PaulPorcoRosso y @PauGarcia179 dedicaremos una crítica semanal (o dos, según veamos) a una selección de la filmografía de los hermanos más brillantes del cine independiente americano: los hermanos Coen. Pero antes, creemos conveniente ahondar un poco en este "director bicéfalo", y conocer un poco su pasado, presente y características de su cine.

Los hermanos Coen es el nombre profesional con el que se conoce al dúo de cineastas formado por Joel David y Ethan Jesse Coen, dos hermanos nacidos en 1954 y 1957 respectivamente en Minneapolis, Minesota. Son conocidos por escribir, producir y dirigir todas sus películas, y unos de los mayores exponentes del cine independiente de Estados Unidos. Sus películas están influenciadas por el cine de gangsters y por novelistas clásicos del cine negro.


El mayor logro de los Coen, a parte de los premios y nominaciones recibidos durante sus años de actividad cinematográfica (detallados más abajo), es que con los años han conseguido que crítica y público les amen por igual.

Imagen de la película 'El gran Lebowski'

Las señas de identidad de los Coen no se limitan a una sola característica con que podamos definir todos sus filmes, sino a un conjunto de ellas: 


  • La confianza de Ethan y Joel en un elenco de actores que varia poco de película en película: Steve Buscemi y Frances McDormand (6 colaboraciones), John Polito (5 colaboraciones), John Goodman y John Turturro (4 colaboraciones), y George Clooney y Holly Hunter (3 colaboraciones) son los que más veces han colaborado con los de Minesota. 
  • Carter Burwell se encarga de la música en todas sus películas. 
  • Sus películas oscilan el cine negro y la comedia, entrecruzándose ambos géneros en múltiples ocasiones. Este entrecruzamiento de géneros les lleva a usar un humor negro fruto de sus guiones, que presentan una combinación de ingenio, agudeza y maravillosa ironía. 
  • Muchas de sus películas son protagonizadas por personajes perdedores, alejados del sueño americano. 
  • Visión personal de los Estados Unidos de América: toda película incorpora personajes con acentos de la región en la que se sitúa la acción, y si no, personajes secundarios extravagantes que satirizan a su habitante medio. 
  • Dinero (pérdida, robo o uso del mismo) y la violencia para crear situaciones cómicas o forzar el avance de la trama es el punto común de TODAS y cada una de las películas de los Coen hasta la fecha.
Los hermanos Coen han ganado cuatro estatuillas doradas

Título: La vie d'Adèle - Chapitre 1 & 2 (La vida de Adéle)
Director: Abdellatif Kechiche
Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalya Lacroix (basado en la novela gráfica de Julie Maroh)
Fotografía: Sofian El Fani
Año: 2013
Duración: 180 min.
País: Francia
Productora: Wild Bunch / Quat'sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC
Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi

El mismísimo Steven Spielberg alabó meses atrás en la entrega de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2013 la película de la que hoy intento hacer una crítica justa. Poco hay que contar sobre la sinopsis de esta película, pues el mismo título lo dice todo: se trata de una porción de la vida de Adèle, un estudio sobre el amor y el desamor, la juventud y las metas en la vida.

¿Pero merece La vie d'Adèle el hype formado a causa de su laureado paso por el Festival de Cannes? En mi humilde opinión, no, pero es una muy buena película y justa ganadora de la Palma. Kechiche consigue, durante la primera parte de las dos claramente diferenciadas en que se divide la película, construir un relato sólido y un precioso romance sin aplicar ningún filtro dramático arrojando sus historia a la pantalla, acosando a la protagonista con su cámara, acercándosela a la cara para así satisfacer su morbosidad, conocerla a fondo a ella y a sus intimidades, desnudarla mostrando todo sin tapujos, incluso el sexo lésbico explícito que inunda la pantalla en las escenas de 10 minutos. El realizador franco-tunecino consigue seducirnos con el simple movimiento de los carnosos labios de Adèle mientras come espaguetis, duerme con la boca abierta, o llora desconsoladamente y se deslizan sobre ellos mocos y lágrimas. El director juega con nosotros usando las clases de literatura para detallar la acción que ocurrirá a continuación. Es una hora y media de puro cine, un espectáculo visual que hace aflorar los sentimientos más íntimos del espectador.

"Siento que estoy fingiendo en todo, soy yo a la que le falta algo."

Pero de repente, Kechiche comete su primer gran error en el cambio radical que experimenta la película en el paso de la vida adolescente a la vida adulta de la protagonista: la sutura no es limpia, se ven los puntos y la cicatriz que queda es fea. Además, en la segunda parte de la película, Kechiche se pierde en la cantidad de frentes abiertos de la primera parte, y no sabe exactamente dónde cortar y situar las elipsis, haciendo que una película que minutos atrás fue bella y magnética se convierta en una sucesión de escenas en las que nos falta información, eso sí, con la enorme belleza estética que es la tónica general de todo el filme.

Es muy interesante notar la dualidad temática entre las dos partes de la película: una representa el crecimiento y cumbre del amor, mientras que la otra es el desamor y la ruptura; Adèle pasa de recibir clases a impartirlas; los colores que identifican a Emma pasan de azules fríos a cálidos anaranjados...

Léa Seydoux observando el precioso rostro de Adèle

En el sector interpretativo de la película poco puedo decir que no se haya dicho ya. Adèle Exarchopoulos es una de las mujeres más hermosas que he visto en una sala de cine, y además su interpretación es magnífica (como también lo es la de Léa Seydoux), fruto del que ha sido (según se ha dicho) uno de los rodajes más duros de la historia, en parte por la duración del mismo (se conservan más de 800 horas de metraje), y en parte por la obsesión de un director, etiquetado por su tiranía, por la perfección.

Es una película que sin duda da para cine-fórum: ¿es Adèle realmente lesbiana, o sólo se enamora de la persona que hay en el cuerpo de Emma? ¿es realmente una relación de amor o sólo es especial por el sexo, como podemos entrever en la escena del reencuentro en el restaurante? ¿qué significado tiene exactamente el uso de los colores en la historia? Cada uno que saque sus propias conclusiones.

Lo mejor: el estudio de Kechiche sobre el alma de Adèle, que nos atrapa y nos hace sentir con ella.
Lo peor: pese a durar tres horas, aún faltan cosas por contar para mantener la coherencia interna de la segunda parte del filme.


Título: Only God Forgives (Sólo Dios perdona)
Director: Nicholas Winding Refn
Guión: Nicholas Winding Refn
Año: 2013
Fotografía: Larry Smith
Duración: 90 min.
País: Francia
Productora: Coproducción Francia-Dinamarca: Gaumont / Wild Bunch / Film i Väst / Bold Films
Reparto: Ryan Gosling, Kirstin Scott-Thomas,Vithaya Pansringarm, Rhatha Phongam, Gordon Brown, Tom Burke, Sahajak Boonthanakit, Pitchawat Petchayahon, Charlie Ruedpokanon, Kovit Wattanakul, Wannisa Peungpa, Byron Gibson

Abucheada en Cannes, aplaudida en Sitges, llega a la taquilla española Only God Forgives, de Nicholas Winding Refn. El realizador danés, característico por la ultraviolencia poética de sus películas, sorprendió en el año 2011 llevándose consigo el Premio al Mejor Director en el festival de Cannes por su película Drive, protagonizada por Ryan Gosling. Bien, pues éste vuelve a trabajar con él en ésta producción Franco-danesa rodada en Tailandia que ha levantado la polémica entre los críticos de todo el mundo: muchos la odian, algunos la quieren...  Pero no deja a nadie indiferente.

Billy (Tom Burke) y Julian (Ryan Gosling) son dos hermanos regentan en Tailandia un gimnasio de Muay Thai que usan como tapadera para el tráfico de drogas. Cuando Billy sea asesinado por haber cometido un acto atroz, su madre Crystal (Kirstin Scott-Thomas) obligará a Julian a buscar venganza, cruzando su camino con el de Chang (Vithaya Pansringarm), un policía instalado en la corrupción que campa a sus anchas por las calles de Tailandia...

"Wanna fight?"

¿Qué es Only God Forgives? Only God Forgives es, ante todo, cine de autor. Es un ejercicio de estilo de Refn, un relato que habla de la familia, la mafia, la corrupción, la violencia, la venganza  y el perdón, narrado en un tono onírico e hipnótico que bien podría ser obra de David Lynch. La fotografía, firmada por Larry Smith (ya trabajó con Refn en Bronson), está cuidada con una precisión quirúrgica, jugando con negro, rojo y azul para crear unas imágenes espectacularmente bellas del escenario que es Tailandia. Only God Forgives es una película totalmente contraria a la anterior de Refn (Drive,  2011), en la que éste se acercaba al cine comercial y nos regalaba una de las mejores cintas del cine negro actual. Aquí vuelve a sus orígenes, a la violencia poética, añadiendo la novedad de una increíble construcción de personajes que faltó en Drive.

Así pues, lo maravilloso del guión de Refn radica en el hecho de contar mucho sobre sus personajes sin la necesidad de diálogos. El personaje de Ryan Gosling, Julian, tiene su personalidad construida a través de lo que no dice: una obsesión edípica por su madre y una clara carencia afectiva de ésta hacia él, le convierten en un hombre incapaz de amar a otra mujer ni a otro ser humano. La muerte de su hermano Billy y la incapacidad de Julian para vengar su muerte, descubren a éste como algo muy diferente al matón que aparenta ser: Julian es un fugitivo, un fugitivo de su pasado macabro en Estados Unidos. Aprieta los puños y los observa incrédulo, porque los actos violentos que cometió ataño le crean un profundo trauma que le incapacita para el uso de la fuerza bruta.

"You can't see what is good for you. So it's better you don't see."

Por otro lado, el personaje de Vithaya Pansringarm, Chang, un oficial de la Policía de Tailandia abonado a la corrupción que campa a sus anchas por el país en el que sirve a la ley, representa una especie de juez para Julian, un hombre con el que se cruzará varias veces (apariciones y desapariciones repentinas) llevando a ambos hacia un enfrentamiento directo irremediablemente inevitable ("Wanna fight?"). Chang es algo así como la personificación de la conciencia de Julian, que le acecha y le acosa sin cesar, buscando su redención: contra él vuelve a usar la violencia física de alguna forma buscando el perdón que le ha sido negado hasta entonces, por los actos macabros cometidos.

Only God Forgives nos deja un puñado inmenso de escenas para el recuerdo (Chang en el  karaoke, la posterior a "Wanna fight?", los encuentros entre Julian y su madre), y las actuaciones estelares de Vithaya Pansringarm y Kirstin Scott-Thomas. Como punto negativo, hay que decir que el apartado de la música, otra vez de Cliff Martinez, carece de la fuerza y el sentido narrativo que éste consiguió en Drive. Es muy cierto que Only God Forgives no es una película para todos los públicos, y se encuentra en esa categoría de películas en las que no hay término medio: o la quieres o la odias.

Lo mejor: la coreografía de la escena de lucha, que se nos descubra a Vithaya Pansringarm, la fotografía y un Ryan Gosling que tras Drive se consagra como el máximo exponente del cine kitsch.
Lo peor: a mi parecer pierde en la comparación con Drive, y la música no está a la altura del relato.

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