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Crítica de @PaulPorcoRosso

Un mes después de Navidad, me acerco al cine para acabar el visionado de las reflexiones sexo-filosóficas de Lars von Trier. Nymphomaniac no es una película para todos los públicos (sin hablar ya de edades), pero que el genio danés es un divisor de opiniones nato no es nada que nos venga de nuevo. Seguimos la acción donde la habíamos dejado: Joe (Gainsbourg) aún no ha terminado de contar su epopeya sexual al viejo Seligman (Skarsgaard): ocho capítulos que se adentran más y más en el tortuoso mundo de la adicción al sexo. Perdón, de la nimfomanía.

Nymphomaniac ya de por sí (dejando en segundo plano su argumento, forma y ejecución) me parece una película muy destacable sólo por su estilo novelesco, tanto en la estructura por capítulos como por la descripción de los espacios. Todos los apartamentos, casas o almacenes que vemos están medio vacíos: la narración de von Trier es la de Joe (otra mujer torturada por el genio danés), una narración incompleta, en la que se escapan detalles sin importancia, como el color de las paredes, los cuadros, o más o menos libros encima de las mesas o en las estanterías. Lo más importante es la historia, el sentimiento de culpa, el egocentrismo negativo de su protagonista. Los momentos de tensión sexual, violenta o verbal, y los de calma momentánea en los que Joe inspecciona tanto a la habitación de invitados de Seligman (que ahora sí que se nos presenta como un ambiente detallado) como la verborrea adoctrinadora del profesor judío, en busca del título de su próximo capítulo.


En este segundo volumen la debutante Stacy Martin (joven Joe) cede el protagonismo absoluto a Charlotte Gainsbourg (Joe adulta)  Así pues, tras el cliffhanger sexual con el que acababa el quinto capítulo (y con él el primer volumen de Nymphomaniac), restaban sólo tres para finalizar la narración de este oscuro cuento sobre sexo y vida. El sexto, que trata de la pérdida del amor y del límite entre dolor y placer (con sus correspondientes e impagables escenas de sado); el séptimo, sobre un arrepentimiento inalcanzable; y en el octavo (y último) capítulo (homenaje a Godard y su "lo único que se necesita para hacer una película es una mujer y una pistola", y al espía inglés de la Walther PPK), la demoledora culminación de la trama, la clausura de un círculo, y el destrozo final del espectador usando sólo el sonido y la pantalla a negro. La pesca con mosca se convierte en el nudo Prusik, la polifonía de Bach en Beethoven.

Sándwich de pavo con pan integral.

Durante el mes de diciembre escribí una crítica de Melancholia en la que decía que, según mi opinión, ésta era la segunda fase de toda depresión, la aceptación, dejando a entrever que en Nymphomaniac esperaba la tercera fase, una salida de dicha depresión, un atisbo de luz al final del túnel. Lars von Trier nos da esa luz, nos enseña los rayos de sol a través de los edificios cimentados en una sociedad enferma, maldita y prejuiciosa, para luego fundir a negro y eliminar todo rastro de esperanza. Porque todo el mundo sabe (lo ha visto mil veces en el cine) que para que una semiautomática funcione, primero hay que poner una bala en la recámara accionando la corredera.

Lo mejor (volúmenes I y II): los capítulos cuatro, cinco y ocho, Jamie Bell, el descubrimiento de Stacy Martin, el genio de von Trier.
Lo peor (volúmenes I y II): pese a una experiencia muy completa y excesivamente disfrutable, tiene algunos altibajos.





Título: Nymphomaniac vol. II / Nymphomaniac (2)
Director: Lars von Trier
Guión: Lars von Trier
Fotografía: Manuel Alberto Claro
Año: 2013
Duración: 124 min.
País: Dinamarca
Productora: Coproducción Dinamarca / Alemania / Francia / Bélgica; Zentropa Entertainments
Reparto: Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgaard, Stacy Martin, Shia LaBeouf, Connie Nielsen, Christian Slater, Nicolas Bro, Jesper Christensen, Uma Thurman, Caroline Goodall, Kate Ashfield, Saskia Reeves, Jens Albinus, Sophie Kennedy Clark, Mia Goth, Omar Shargawi, Severin von Hoensbroech, Jamie Bell, Willem Dafoe
Crítica de @PaulPorcoRosso

El ser humano tiene, por definición, la obsesión por clasificar y etiquetar todo lo que es descubierto. Y lo que es más importante, curiosidad para descubrir. De eso trata Nymphomaniac. Una mujer, Joe (Gainsbourg) es encontrada sangrante y apaleada en el callejón de una ciudad sin nombre donde reinan el frío y el mal tiempo, por un profesor antisionista de ascendencia judía, Seligman (Stellan Skarsgard), que le ofrece una taza de té con leche en su casa. Allí, Joe se culpa por una existencia dedicada al descubrimiento obsesivo del sexo, definiéndose a sí misma como ninfómana, y empieza a contarle la historia de su vida a Seligman, dividiéndola en 8 capítulos.

Pero también es más que eso. Es, además de una historia sobre vergüenza y depresión, la voluntad de Trier de humanizar el sexo, rebajarlo a la naturalidad. Una oportunidad que tiene Lars de hablar sin tapujos, contar verdades, sin interrupciones (sólo las de Skarsgard) y sin preguntas. Por así decirlo, una rueda de prensa de lo más atípica. O, a lo mejor, la más típica de von Trier.

Nymphomaniac Vol. I comprende los primeros 5 capítulos de este nuevo delirio del director danés. Primero, el despertar sexual y su paralelismo con la pesca en mosca; segundo, el florecimiento del amor; tercero, la rotura de un amor que no es el suyo; cuarto, la muerte; y el quinto, quizás el mejor de los cinco por ser en el que más somos capaces de reconocer a Lars, Bach y el sexo. Denso, ¿eh? A mi parecer, von Trier ha echado pedazos de su alma en esta película. Veo (a lo mejor obligado por la parte más romántica de mi raciocinio) lazos con las anteriores películas del danés en ciertos capítulos, por lo que formalmente es un poco de cada una: la atmósfera de Antichrist en el capítulo 4, primera parte de Melancholia en el 3, algo de Dogville en el planteamiento del relato... E incluso veo el sarcasmo de Trier al explicar la diferencia entre antisionista y antisemita. Y todo eso me gusta, y mucho.

Chapter 5: The Little Organ School

En el sector interpretativo de esta primera parte, se pueden destacar por encima del resto (que aún así trabaja a un altísimo nivel) a Stacey Martin (versión joven de Joe), Uma Thurman, y Shia LaBeouf, así como a Gainsbourg y Skarsgard por la forma de llevar el relato y en cierto modo, arrancar una sonrisa luego de momentos de tensión o sexo desenfrenado. Aquí Gainsbourg es Trier, y Skarsgard somos nosotros, el público. Ella dispuesta a contar, y nosotros a escuchar, y, obviamente, a cuestionar lo escuchado.

Da igual cuál es la experiencia personal de cada uno con el filme, a Lars se la suda. Estamos a su servicio, y nos lleva de un punto a otro, siempre a su manera. Nymphomaniac Vol. I es puro Lars von Trier. Podrá gustarte más o menos, parecerte desagradable y hacer que te duelan los ojos, incluso ver en ella un intento de provocación. Pero no puedes atreverte a negarle su calidad técnica e innovación. Igual que no puedes negárselo a Trier. Un servidor desea por fin terminarla (con el visionado del segundo volumen) y repetir la experiencia las veces que sean necesarias.




Título: Nymphomaniac Volume I
Director: Lars von Trier
Guión: Lars von Trier
Fotografía: Manuel Alberto Claro
Año: 2013
Duración: 117 min.
País: Dinamarca
Productora: Coproducción Dinamarca-Alemania-Francia-Bélgica; Zentropa Entertainments
Reparto: Charlotte Gainsbourg, Stellan Skarsgard, Stacy Martin, Shia LaBeouf, Connie Nielsen, Christian Slater, Nicolas Bro, Jesper Christensen, Uma Thurman, Jean-Marc Barr, Caroline Goodall, Kate Ashfield, Saskia Reeves, Jens Albinus, Sophie Kennedy Clark, Mia Goth, Omar Shargawi, Severin von Hoensbroech
Hoy, las #reflexionesdecine corren a cargo de @PauGarcia179 y @PaulPorcoRosso

Nacido en Copenhague como Lars Trier en 1956, es uno de los directores de cine más importantes de Europa, exponente principal del género dramático y el responsable del renacimiento del éxito en el cine escandinavo, reconocido por la crítica mundial, y consagrado en 1996 con Breaking de Waves (primera película de su trilogía Golden Heart). Es un hombre polémico y excéntrico. En 2011 desató el odio hacia su persona en una entrevista previa en Canes a la presentación de su película Melancholia, en la que afirmó: "Comprendo a Hitler. Creo que hizo algunas cosas mal, sí absolutamente [...] No es lo que llamarías un buen tío, pero lo entiendo bastante y simpatizo un poco con él. [...] Vale, soy nazi". Más tarde, aclaró que se trataba únicamente de "una broma muy pesada que hace a veces con sus amigos judíos". Poco después, decidió no dar más entrevistas: "Me he dado cuenta de que no tengo la capacidad de expresarme sin que se me malinterprete." Sin embargo, antes de dejar definitivamente de dar entrevistas, se explicó sobre lo sucedido: "Fue una estupidez, que eclipsó lo que en realidad quería decir. Si el Holocausto significa que los israelíes tienen derecho a tratar a los palestinos como si fueran una mierda, entonces no hay justicia en este mundo y no hemos aprendido nada de lo que sucedió."

Fotograma de la magnífica 'Dogville', prácticamente sin decorado

También tiene multitud de fobias y miedos. Quizás lo más destacado sea su enorme miedo a volar que limita sus movimientos y la localización de sus películas (incluso de las que sitúan la acción en Estados Unidos) sólo lo que permiten las carreteras, y una cantidad inusitada de depresiones ocasionales que le impiden ejercer su profesión. Entre otras cosas, esta fobia le dificultaba trasladarse a Cannes, y al ser preguntado en una entrevista si echaba de menos ir al Festival, contestó: "Es muy agradable no estar obligado a hacer cosas que a uno no le gustan, como viajar, aguantar la presión de un festival de ese calibre. Me quedaré en Dinamarca en mayo, de lo cual me alegro mucho porque podré cuidar de mi huerto." Para dar un último dato, Lars von Trier se ha definido a sí mismo como "un melancólico danés masturbándose en la oscuridad ante las imágenes de la industria del cine".

Normalmente se hace referencia a sus películas agrupándolas por trilogías de filmes que caen en la misma temática y estilo, con la única excepción de Direktoren for det hele, en cierto modo la película más "convencional" del curioso director danés. Sus trilogías son: 

- Europa trilogy (trilogía Europa): no pensada como una trilogía, habla de los traumas de Europa tanto en el pasado como en el futuro, la decadencia y la podredumbre del viejo continente. La conforman The Element of Crime, Epidemic, y Europa.

Golden Heart trilogy (trilogía Los corazones de oro): trata de personajes femeninos (heroínas) que deben mantener su gran bondad a pesar de las tragedias que experimentan. Conformada por Breaking the WavesIdioterneDancer in the Dark.

USA, land of opportunities trilogy (trilogía EEUU, tierra de oportunidades): inacabada, sigue el personaje de Grace en un viaje al pasado de América, unos sermones sobre los pecados y la hipocresía americanos. Conformada por Dogville, Manderlay, y un proyecto: Washington.

Depression trilogy (trilogía de la Depresión): los tres son protagonizados por la actriz Charlotte Gainsbourg. Usa personajes que sufren una depresión en diferentes formas: la pérdida de un hijo, el fin del mundo, y la adicción al sexo, contadas bajo los nombres de AntichristMelancholia y Nymphomaniac (dividida en dos partes debido a su larga duración)

Hablar del cine de von Trier es hablar siempre de un cine con limitaciones. No de presupuesto ni de calidad, sino autoimpuestas por el propio cineasta. Según sus propias declaraciones, "una película debería ser como una piedra en tu zapato": cree que los cineastas deben distinguirse estética y formalmente entre ellos, situando ciertas restricciones en el proceso de producción de películas. Las restricciones van desde el voto de castidad que él mismo formuló junto a Thomas Vinterberg llamado Dogma 95 (Idioterne), hasta la eliminación parcial del decorado en el set de rodaje (Dogville, Manderlay), pasando por el uso de la Automavisión (Direktoren for det hele).

Lars von Trier rueda en formato digital y es su propio operador de cámara en muchas de sus películas. También, como los hermanos Coen, confía de manera recurrente en cierto grupo de actores, entre los que encontramos Stellan Skarsgard, Uldo Kier, y Charlotte Gainsbourg, que le han catalogado de "tirano" durante los rodajes, ya que exige a sus actores el permanecer en el papel entre tomas para poder conseguir actuaciones de método que saquen lo mejor de sus actores. Un genio loco.
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