RETROSPECTIVA Ridley Scott: 'Gladiator' - Con que esto era el péplum
[[Crítica de @PaulPorcoRosso]] |
Hace unos meses
asistí atónito al grotesco espectáculo fílmico que Paul W. S. Anderson perpetró con su última película, 'Pompeii'.
Un intento de recuperar el género llamado péplum (aquel en que héroes de los
cincuenta como Charlton Heston o Kirk Douglas eran guerreros de falda
corta y acero afilado) que quedó en un patético retake de 'Titanic'con ínfulas de relato
épico y efectos especiales de baratillo. La mejor cura para intentar olvidar el
despropósito cinematográfico que fue la reducción a cenizas de Pompeya es sin
duda alguna 'Gladiator'. La primera película de Ridley Scott del siglo XXI rezuma una épica inabarcable por
los cuatro costados durante las dos horas y media que dura el filme, por cada
diálogo mínimo de la más corta escena, por cada mirada triste de Crowe (del que destaca su gran
despliegue físico) o Nielsen, o por
cada lanza de odio de los ojos claros de Phoenix
(la más grande interpretación de la película, dotando a Cómodo de una crueldad
y impecabilidad enormes).
La potencia del
apartado visual y sonoro de 'Gladiator' -maravillosa banda
sonora de Zimmer- no podían salir de
una mente que no fuera la de Ridley
Scott. El retorno del espíritu de esa moda de cine que cosechó éxito
histórico y cuyas películas aún hoy en día siguen siendo inmortales de la mano
del hombre del inagotable imaginario visual, se apoya en un impresionante
arranque (del que se ha dicho que es el mejor retrato de las estrategias del
servicio militar romano) que capta la atención del espectador, y en los combates
de gladiadores apasionantemente realistas y maravillosamente coreografiados.
Sin embargo (como
viene siendo ya clásico en las películas de Scott salvo en contadas excepciones), un guión con excelentes
diálogos -que hablan de los valores familiares, la lucha por la justicia y la
venganza, y del rechazo al imperialismo y el uso abusivo del poder- no es más
que un bello y rimbombante remache para un argumento plano que muestra el
blanco y el negro con una ausencia exasperante de grises. Una vez más, la excelencia
técnica de Ridley Scott se combina
con un guión de mediocre contenido bellamente disfrazado: el resultado es un
espectáculo brutalmente entretenido (sus 150 minutos pasan en un suspiro), pero
hueco por dentro.
Quizás mi última
crítica (que poco o nada tiene que ver con la calidad artística y fílmica de la
película de Scott) a esta -algo-
sobrevalorada película de gladiadores son esos romanos que, obligados por la
tiranía del gigante americano, olvidan el latín -lengua única entendida por los
gobernantes de Europa durante siglos- y sólo son capaces de hablar en un inglés
perfecto... ¡Señor Scott, aprenda de
Mel Gibson!
Lo mejor: la épica que rezuman los diálogos, los primeros 30
minutos, el ritmo, y la actuación de Joaquin
Phoenix.
Lo peor: el guión plano, y el excesivo contraste entre bien y mal
(la falta de puntos intermedios).
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