La glaciación emocional según Martín Cuenca
Título: Caníbal
Director: Manuel Martín Cuenca
Fotografía: Pau Esteve Birba
Guión: Manuel Martín Cuenca, Alejandro Hernández (basado en la
novela de Humberto Arenal)
Año: 2013
Duración: 116 min.
País: España
Productora: Coproducción España-Rumanía-Rusia-Francia; La Loma
Blanca / Mod Producciones / CTB Film Company / Libra Film / Luminor
Reparto: Antonio de la Torre, Olimpia Melinte, María Alfonsa
Rosso, Manolo Solo, Delphine Tempels, Joaquín Núñez, Yolanda Serrano, Gregory
Brossard
Este año, el
Festival de Toronto ha amado al cine español. Los pases de Gente en sitios y de Caníbal
(que ahora nos ocupa) no han recibido más que encendidos elogios por parte de
la gran mayoría de prensa internacional. El director, Manuel Martín Cuenca (La
mitad de Oscar) nos trae el retrato aséptico y frío del psicópata conocido
del cine, el caníbal. Rehuyendo de la pirotecnia gore (a la que bien seguro
hubiera recorrido Eli Roth), y con
la colaboración del siempre magistral Antonio
de la Torre, el filme recorre una parte de la vida de este ser, humano de
nacimiento, pero diablo en el fondo. También fue presentada en el Festival de
Donosti, donde fue nominada a la Mejor Fotografía, premio que (además de 8
nominaciones adicionales) ganó en los premios Goya el pasado domingo. @PauGarcia179 ya hizo crítica (además en su momento, y no tres meses más tarde como un servidor) de esta película.
Carlos (de la Torre) es el sastre más
prestigioso y respetable de Granada. Su tacto, conocimiento de las prendas, y
destreza con la tijera son inigualables, y sólo se comparan a su capacidad para
matar, degollar, y por último llenar su congelador para luego comer, la carne
de mujeres desconocidas a las que secretamente desea. Un día conocerá a Nina,
una joven rumana que busca desesperadamente a su hermana gemela, Alexandra
(ambas interpretadas por Olimpias
Melinte), y despertará en Carlos unas sensaciones nuevas para él.
El metódico sastre de Granada, cortaba i cortaba carne humana. |
Manuel Martín Cuenca nos sorprende con una visión minimalista de la vida de
un ser humano monstruoso. La magia para el encuadre de la que hacen gala él y
el director de fotografía Pau Esteve
Birba, usando pocos y muy concretos haces de luz para mostrar la soledad
del personaje principal, convierte la película en una experiencia visual mucho
más que digna del Goya a la Mejor Fotografía que, por suerte, ha recibido. Además,
tanto guión como montaje logran conjugar el arte de la sastrería con la acción
deleznable que supone acabar con la vida de otro ser humano: ambas son faenas
extremadamente metódicas, antiguas y, en cierto sentido, bellas.
También es de los
guionistas (Martín Cuenca y ) el
arte de conjugar los actos del caníbal que da nombre al título con la Semana
Santa, además enmarcada en una ciudad de Andalucía (comunidad autónoma famosa
por sus procesiones), una Granada bellamente retratada: la redención, el via crucis, la sangre, la carne, el
pecado, y el cristianismo en general forman un contrapunto más que perfecto
para la historia que se pretende contar.
Martín Cuenca busca el encuadre perfecto... y lo encuentra. |
El asesino de Antonio de la Torre, actor al que un
año más se le ha negado un Goya a la actuación (sólo tiene uno por Azuloscurocasinegro), pero que en mi
opinión está por encima del resto, supone uno de los mejores villanos del cine
español moderno, y a la vez uno de los mejores amantes: como si el lobo se
hubiera enamorado de la oveja, o el águila de la serpiente, o el gato del
ratón. Un amor que para él se antoja prohibido, inexplicable, incompresible.
Por desgracia,
aún siendo una gran película de inmejorable factura técnica (si hablamos de
cine español, en mi opinión sólo superada por la Gente en sitios de Cavestany,
en la que también partició de la Torre),
una de las grandes virtudes de la película que es esa frialdad visual e interpretativa,
se vuelve en su contra al rato, acusando cierta falta de ritmo y 0 compromiso
en el espectador, que se contagia con esa frialdad emocional de la que hace
gala la película. Además, la no-presencia (o casi imperceptible) de banda
sonora se hace necesaria en ciertos momentos de la película: la música, ese
gran elemento del cine, es olvidado aquí en detrimento de la realidad (sí, a
veces algo tediosa) de la vida del Sastre de Granada.
Lo mejor: la actuación de Antonio
de la Torre, la sobriedad técnica del filme, y un guión muy cohesionado y a
veces simbólico...
Lo peor: ... al que por desgracia le falta algo de 'chicha', y la
no-presencia de música.
0 comentaris: