'Spring Breakers', chonis americanos y el genio de Harmony Korine
Título: Spring Breakers
Director: Harmony Korine
Guión: Harmony Korine
Fotografía: Benoît Debie
Año: 2012
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Productora: A24 / Hero / MJZ
/ Muse Productions / O'Salvation / Annapurna Pictures
Reparto: Selena Gomez, Vanessa
Hudgens, Rachel Korine, Ashley Benson, James Franco, Heather Morris, Emma
Holzer, Ash Lendzion, Josh Randall, Gucci Mane
Hace poco tiempo la revista Cahiers
du Cinema sacó su ya tradicional lista de las 10 mejores películas de 2013.
Lo típico de esta lista es que en su mayor parte esté confeccionada por filmes
de producción francesa (apoyando así la producción cinematográfica de su país),
y la verdad es que nunca están lejos de la realidad. No os voy a engañar: me
faltan nombres en la lista. Pero lo que puedo asegurar es que no se han
equivocado situando a Spring Breakers
en ella, aunque técnicamente sea un filme de 2012. Esta película (que hoy trato
en esta crítica) es el último trabajo de Harmony
Korine, el polémico realizador californiano guionista de Kids (Larry Clarke, 1995), y director de la polémica Gummo (1997), una exploración experimental a lo más crudo de los
Estados Unidos, que intercala imágenes de maltrato de animales, prostitución y
abuso sexual sin ningún carácter lineal entre ellas.
En Spring Breakers, Korine recluta a las niñas (que ya no
son tan niñas) Disney de Los Magos de Weverly Place y High School Musical (Selena Gómez y Vanessa Hudgens), una de las protagonistas de Pretty Little Liars (Ashley
Benson), y a su propia mujer (Rachel
Korine), para contar la historia de cuatro jóvenes estudiantes que acabarán
en la cárcel tras una intervención policial en una casa llena de droga durante
las vacaciones de primavera (spring break).
Un joven traficante de armas (James
Franco) las sacará del calabozo, porque ve en ellas a cuatro potenciales
delincuentes que usar para sus propios intereses.
"Spring break forever, bitches!" |
Es un poco difícil entrar en el filme debido a su acercamiento extremo y
abusivo hacia una estética más propia de un videoclip de Skrillex o hacia un subproducto de los realities del tipo 'Jersey Shore'. Y es que en un vistazo
superficial hacia Spring Breakers,
pechos, traseros, y cuerpos turgentes de jóvenes chicas adolescentes (dos de
ellas chicas Disney) se encuentran
presentes durante todo el metraje. Pero, querido lector, quedarse en sus
imágenes, provocativas y claramente morbosas, seria ahondar poco en lo que
pretende Korine en Spring Breakers: mostrar y relatar cómo él percibe la generación joven de una
sociedad en plena decadencia, en la que se veneran los iconos pop más
desagradables, y se recurre a la fiesta como evasión de la realidad. En
definitiva, lo que aquí en España se conoce como el sector "choni" de
la juventud. Así, primero se nos muestra lo despreocupado y fresco que puede
ser este estilo de vida, para justo después diseccionarlo y mostrarnos su lado
más salvaje y desagradable, usando la estética de aquello que critica, y, por
qué no decirlo, lanzarse al exceso.
Además, la cinta cuenta con un
montaje repleto de flashbacks y flashforwards, y algunas escenas
repetidas en forma de loop, para
recordarnos que ha pasado y mostrarnos que ocurrirá antes de que ocurra, así
como las mismas escenas desde la perspectiva de cada una de las cuatro
protagonistas (tenemos cuatro visiones
diferentes sobre el atraco a la cafetería, remarcable sobre todo la de la conductora).
Este sistema de montaje es de lo más
acertado: nos da tiempo de reflexionar varias veces en eventos pasados y
presentes.
"My real name is Al but truth be told, I ain't from this planet, y'all" |
El sector visual del filme es simplemente brillante y orgásmico en
determinados momentos, un ejercicio de estilo visual: los colores fluorescentes
presentes en camisetitas, panties,
bikinis, trikinis, motos, uñas, y la
constante (aunque algo abusiva)
presencia de luces de neón, son clara y justificadamente reminiscentes de la
francesa Enter the Void (Gaspar Noé, 2009), con la que Spring Breakers comparte director de
fotografía, Benoît Debie. Y conjugando
perfectamente con esta estética colorista, el filme de Korine cuenta con la presencia de una banda sonora muy
significativa creada por Skrillex (leitmotiv de las fiestas orgiásticas de
alcohol, drogas y sexo) y otro viejo conocido del cine de estilo, Cliff Martinez (responsable de la
música en Drive).
Spring Breakers es un rara avis del cine independiente actual:
atraerá a adolescentes con morbo, ellos de la carne juvenil de las
protagonistas y ellas de ver a sus princesitas Disney zorreando como nunca lo hubieran imaginado; y repelerá a la mayoría
del público que podría amarla potencialmente. A estos últimos les digo: lavaos los prejuicios y disfrutad todo lo
que Korine os ofrece.
Lo mejor: descaradamente,
la interpretación de James Franco.
Lo peor: la primera media
hora (aproximadamente) tira demasiado de la cámara lenta i las fiestas en la
playa de Miami. A partir de ahí, la película mejora, ¡y de qué manera!
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