RETROSPECTIVA David Fincher: 'Zodiac'
[[Crítica de @PaulPorcoRosso]] |
La delgada línea que separa realidad y ficción ya ha sido tratada por Fincher a lo largo de toda su filmografía. 'The Game', 'Fight Club', la recientemente estrenada 'Gone Girl' son claros ejemplos. Pero en todas ellas se sufre de sobre-explicación: la vida real y la reinterpretación de la misma por parte de sus personajes se separan de forma evidente en el clímax de la película, para despejar dudas al espectador y que vuelva a su hogar con la lección aprendida. Todo lo contrario ocurre en 'Zodiac': los hechos reales y las falsas pistas alimentan las dudas de policía, medios de comunicación y sobre todo espectador sobre donde se encuentra y donde termina la estela del verdadero asesino del Zodiaco, creando la sensación más de documento histórico que de experiencia fílmica: los crímenes que este cometió durante casi dos décadas, mantuvieron aterrorizados a los habitantes del norte de California. Pero lo que hizo que entrara en el imaginario colectivo de
la ciudad y cautivó a Fincher a la
hora de realizar esta película de 2007 fue la relación que el peculiar homicida
mantuvo tanto con los inspectores de policía como con la prensa local. El
criminal mandaba mensajes en clave con referencias a la ópera, al cine o a la
astrología (lo que le hizo ganarse tan reconocible apodo), amenazaba con
sembrar escuelas de cadáveres, y llegó a atribuirse un total de 37 crímenes sin
resolver repartidos por ciudades de todo el norte de California (de los cuales
7 han sido confirmados como suyos y 6 más se tienen archivados como posibles).
Muchos aseguraron
haberle conocido, y cientos de aficionados elaboraron diversas hipótesis sobre
la identidad del asesino: algunas aventuran que fue arrestado por otros
delitos, otros que el susodicho ya había fallecido. Pero la policía de San
Francisco nunca confirmó la veracidad de ninguna de estas versiones. Los
sufridos investigadores del caso de este asesino en serie siguieron diversas
investigaciones, la más fiable la que apuntaba a Arthur Leigh Allen como
principal sospechoso. Todas ellas fueron derrocadas (esta última por
diferencias con las huellas dactilares y la caligrafía) y aún a día de hoy
permanece como una incógnita a resolver. En esta narración
coral, retrato de los veinte años de actividad del asesino del Zodiaco, el
personaje de Gyllenhaal (que como
todos, completa una superlativa actuación) es lo más parecido al espectador,
que encuentra en 'Zodiac' un ensayo
sobre la obsesión absorbente que atrapa a todos sin dejarles escapar: no es ni
un thriller (aunque es tenso) ni una película de intriga (aunque la tiene),
pero la atmósfera fincheriana campa a
sus anchas por toda la película y provoca la inmersión inmediata de todo aquél
que se atreva a inmiscuirse en el proceso investigativo a seis (a veces ocho)
manos. 'Zodiac' es un drama sobre
una investigación policial sin rumbo ni fin, así que a lo mejor es más
apropiado hablar de ella como una investigación dramática.
Una larga (sobretodo)
descripción de cómo se recogen pruebas, y lo enfermizo que es el trabajo
policial: lento, cansino, minucioso. Descubrir que todo detalle, por pequeño
que sea, puede ser determinante a la hora de evitar la muerte de más personas,
y lo fatal que es reencontrar ese detalle tiempo más tarde de cuando se tendría
que haber hecho. Conocer de primera mano cuál es la inmensa frustración que
supone darse de bruces contra puertas cerradas, puertas tapiadas y calles sin
salida. Fincher consigue plasmar con
elegancia, profundidad, excelencia técnica y sin emitir juicios morales los principales temas de su
filmografía: el miedo a lo desconocido y la fascinación por las zonas oscuras del alma del ser
humano con este relato sobre un psycho-killer
que extiende el pánico entre la población.
La crónica de una
época y el clasicismo narrativo aunados en este primer filme moderno de Fincher se aleja finamente de la pirotecnia
de obras como 'Fight Club' o 'The Game' y se convierte en todo lo que 'La dalia negra' de Brian De Palma quiso ser pero no pudo. Otra imperdible obra del
realizador americano.
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