#reflexionesdecine - Las 6 películas que más me hicieron llorar la primera vez que las vi
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Hoy, las #reflexionesdecine corren a cargo de @PaulPorcoRosso |
En mi día a día
no soy un tío extremadamente sensible. Pero cuando entro en una sala de cine (o
apago las luces del salón de mi casa y pongo un DVD en el reproductor, el cine
de la gente pobre) algún chip cambia en mi cerebro y soy capaz de llorar a moco
tendido. Aunque, como con todo, depende tanto del momento anímico como del
lugar donde estemos viendo la película. Anímicamente (y eso, que yo sepa, aún
no hay ninguna ley escrita que lo defina a la perfección) hay días que los
sentimientos están a flor de piel y la lágrima es más fácil que nunca. Y
nuestra situación geográfica a la hora de ver un drama intenso también influye:
la diferencia entre compartir Her
con tus compañeros de butaca a verla en tu casa en pantalla pequeña está en el
vínculo que se crea entre tú y el personaje de Joaquin Phoenix. En la intimidad del hogar nos sentimos más
protegidos, y llegar a entrar en la película es más fácil que estando en una
sala gigante de 150 butacas con el irrespetuoso de la fila 6 que se ha olvidado
de apagar el móvil, la bastarda de la fila 9 que rebusca en el fondo del bote
de palomitas como si buscara un anillo de diamantes, o la parejita de la fila
12 que tiene que decirse al principio de cada escena lo mucho que se quiere
mediante sonoros besos.
En esta
#reflexionesdecine voy a hacer memoria e intentar enlistar las 6 películas con
las que más he llorado la primera vez, sin contar revisiones. Ya os aviso
ahora: hay un tonel de spoilers en la lista, así que si la leéis
enterita y os destripo alguna película ya estabais avisados. Los filmes que
componen la lista no son mis dramas
favoritos (aunque hay alguno de ellos en la lista), sólo películas con las que
no pude aguantar y rompí a llorar como una madalena inconsolable.
6. Blue
Valentine (2010)
El nacimiento del
amor y la decadencia de la relación entre Ryan
Gosling y Michelle Williams es
un acierto del autor Cianfrance en
todos los sentidos. Su montaje, intercalando momentos del apogeo romántico con
los de pérdida de la esperanza amorosa, sumado a la fotografía, la selección
musical y las tremebundas interpretaciones de los dos personajes protagonistas
suman todos los puntos necesarios para una película cerca de la perfección.
El momento: Gosling se
aleja con los ojos abnegados de lágrimas, de su hija y su ahora ex-mujer hacia
un futuro incierto.
5.
Melancholia (2011)
Lars von Trier tiene un máster suma
cum laude en dramas intensos. Podría haber en esta lista grandiosas
películas suyas (casi todas me han hecho soltar alguna lagrimilla), pero la que
más me ha hecho sufrir es, sin duda, su particular visión del apocalipsis.
Aunque todos sabemos que la película no va sólo sobre un planeta gigante
engullendo a la Tierra... Si queréis saber más, a mi crítica os remito.
El momento: Tristán e Isolda
suenan de fondo, y Gainsbourg y Dunst esperan pacientemente al fin del
mundo. El planeta Melancholia arrasa con todo.
4. 12
años de esclavitud (2013)
El tercer filme
de Steve McQueen, su proyecto más mainstream, combina un reparto estelar y
en estado de suma gracia con la que se ha convertido en temática habitual de su
cine: la esclavitud. Pero por primera vez, la trata sin tapujos ni rodeos: en
1850 un respetado músico de jazz de origen afroamericano es secuestrado y
vendido como esclavo en los campos de algodón de América. Su agonía de 12 años
es retratada con su magia habitual (pero menos planos fijos y primerísimos
primeros planos) por el prometedor artista inglés con el mismo nombre que el
héroe de acción de ataño.
El momento: cada latigazo de Fassbender
a una sufrida Lupita N'yongo es a la
vez una lágrima y un paso de la chica hacia su (a mi parecer) merecido Oscar a
mejor actriz de reparto.
3. Amour (2012)
Ninguna película
de Michael Haneke había conseguido
hacerme llorar hasta el día en que vi Amour.
Soy un gran fan de (casi) toda la filmografía del genio austríaco, pero sus
películas más que provocarme lloros incontrolables me mantienen en una tensión
asfixiante y me provocan una sensación de vacío desasosegante cuando llegan los
títulos de crédito. En Amour, George
y Anne (unos superlativos Trintignant
y Villa) son dos octogenarios que
ven su amor puesto a prueba cuando Anne tiene un infarto y como consecuencia se
le paraliza un costado.
El momento: Anne ha perdido el habla e intenta pronunciar algunas
palabras. George, desesperado, empieza a cantar 'Sur le pont d'Avignon' y Anne lo sigue hasta que sus ojos se
inundan de lágrimas.
2. El
Pianista (2002)
Polanski consiguió retratar con acierto los años previos a los
campos de exterminio mediante este drama mastodóntico ambientado en el guetto
arrasado de Varsovia, retratado con una fotografía espectacular de Pawel Edelman (aunque para los académicos
no tanto como la de Camino a la
perdición). El Pianista es un hombre que lo pierde todo poco a poco por la
desdicha de la guerra, un sufrido náufrago humano en una ciudad asolada por los
obuses interpretado por Adrien Brody.
Sin duda, el polémico Polanski dio
con la tecla acertada: Oscar para él y Oscar para Adrien Brody en la que es la mejor actuación de su carrera.
El momento: un cansado y desmejorado Adrien Brody interpreta una
Balada de Chopin ante la atenta mirada de un oficial alemán.
1. Viaje
a Darjeeling (2007)
Otro gran maestro
para el drama (aunque en sus películas siempre se las ingenia para combinarlas
con su estilo particularísimo y su humor entre irónico y sarcástico) es Wes Anderson, el cual sitúo en el punto
más alto de esta lista. Muchos son los momentos del filme que apelan a la
melancolía en esta historia de tres hermanos que no se soportan a la búsqueda
de su madre perdida en la India, y pese a los numerosos momentos de alta
comicidad, esta película (una de mis favoritas) termina con un sentimiento agridulce:
como la vida misma.
El momento: uno de los "cuentos" de Schwartzman: los tres hermanos intentan llevarse el coche de su
difunto padre del taller el mismo día del entierro.
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