Una de esas novelas suecas de nombre interminable
Título: Hundraäingen som klev ut genom fönstret och försvann
Director: Felix Herngren
Guión: Felix Herngren, Hans Ingemansson (basado en la novela de
Jonas Jonasson)
Fotografía: Göran Hallberg
Duración: 114 min.
Año: 2013
País: Suecia
Productora: Nice Drama / Buena Vista International (Sweden) / FLX
Comedy AB
Reparto: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg, Mia
Skäringer, Jens Hultén, Bianca Cruzeiro, Alan Ford, Sven Lönn, David
Shackleton, Georg Nikoloff, Manuel Dubra, Simon Säppenen, Cory Peterson, Kerry
Shale, Philip Rosch, Keith Chanter, Koldo Losada
Crítica de @PaulPorcoRosso
El abuelo que saltó por la ventana y se largó es un
largometraje basado en una de esas novelas suecas de nombre interminable. Es
uno de los mayores éxitos literarios de la literatura sueca, la primera novela
de un autor desconocido que se convirtió en un fenómeno de ventas gracias al
boca a boca, y el ganador del Libro del Año y el Premio de los Libreros de
Suecia en el año 2010. La adaptación al cine corre a cargo del cineasta Felix Herngren, cuya trayectoria en el
cine es corta y dispar: este es su segundo largometraje (con el que firma su
primer guión), y el primero en catorce largos años.
Momentos antes de
que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson (Robert Gustafsson) decide que esa vida
no es para él y que a los cien años aún le queda mucho por vivir. Vestido con
bata y pantuflas, se sube a una silla y sale por la ventana para fugarse de la
residencia de ancianos en la que vive. Sin un plan prefijado, Allan se dirige a
la estación de autobuses y allí compra un billete para el primer autobús que
sale. Mientras espera su llegada, un joven con malos modales y vestido como un
motero le pide que le vigile la maleta mientras va al baño, con tan mala suerte
que el autobús llega antes de que el joven regrese y Allan sube al autobús con
la maleta a rastras. Con el inicio de esta trepidante aventura de Allan
Karlsson, repasaremos una a una todas las peripecias ocurridas en la vida del abuelo que saltó por la ventana y se
largó...
Esta obra sueca
es una comedia disparatada, audaz, y compleja. Felix Herngren urde una historia con dos líneas narrativas: la
huída del abuelo que cada vez implica más gente en robos y asesinatos; y un
hilo argumental que parte del nacimiento de Allan y continúa su periplo vital a
través de países y mandatarios más importantes del siglo XX. En su vida
temprana, Allan, armado con una cámara de fotos y sus ganas de hacer explotar
cosas (como la concepción de la sociedad de que un abuelo centenario no puede
cometer crímenes) documenta para él mismo los grandes acontecimientos a nivel mundial
de primera mano.
Los personajes de
El abuelo que saltó..., todos
(incluso los más secundarios) deliciosamente escritos, son una porción de la
sociedad a medio camino entre estúpidos y psicópatas, empezando por Allan, el
abuelo pirómano que vio bailar a Franco, y acabando por los moteros/traficantes
a los que les ha robado la maleta llena de dinero. Puede ser fácilmente
relacionado con la mítica película de Zemeckis
'Forrest Gump', pero con menos drama
y con un loco de geriátrico como protagonista.
El principal
problema de la cinta es que no acierta escogiendo el punto justo entre lo
macabro y lo paródico: busca que el público ría de la violencia, pero no se
sitúa ni en un extremo ni en otro, sino en el medio. Esto se traduce en algunos
momentos bastante perturbadores al pensar en sus consecuencias. Tampoco la
música consigue estar en consonancia con el tono del filme, además de tener
demasiada presencia en la mezcla de sonido, ensombreciendo a veces a los
divertidísimos diálogos que contiene el metraje.
Aún con sus
fallos, El abuelo que saltó por la
ventana y se largó, es una historia divertida y disparatada cuyo máximo
regalo es el protagonista: Allan Karlsson. Un hombre con (a veces mucho, a
veces poco) sentido común en un mundo loco, un hombre con todo un siglo de
experiencias vitales a sus espaldas. Allan Karlsson no le teme a la muerte, y
no está dispuesto a renunciar al placer de estar vivo.
Lo mejor: la actuación de Robert
Gustafsson, la sucesión de situaciones cómicas que envuelven a Allan.
Lo peor: una fotografía muy genérica, el tono violento mal
escogido, la mala mezcla de sonido.
Crítica original en Pandora Magazine
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