NO ESTRENOS: 'The Breakfast Club': los Cinco somos todos
Título: The Breakfast Club
Director: John Hughes
Guión: John Hughes
Fotografía: Thomas Del Ruth
Año: 1985
Duración: 97 min.
País: Estados Unidos
Productora: Universal Pictures
Reparto: Emilio Estévez, Judd Nelson, Ally Sheedy, Anthony
Michael Hall, Molly Ringwald, Paul Gleason, John Kapelos
Obra maestra del
director norteamericano John Hughes,
y capital de la década de los ochenta, The
Breakfast Club se instaló de manera permanente en las cabezas de los que
eran adolescentes en 1985 (y también de los que lo fueron antes),
convirtiéndose en una película de culto casi con efecto inmediato. Renombrada
en España con el nombre de El Club de
los Cinco, supuso inspiración para todas las películas de temática
adolescente que se han producido en masa desde entonces. El filme cuenta con
estrellas juveniles del momento, comenzando por Emilio Estévez (otro miembro de la familia Sheen), siguiendo con el típico en filmes de Hughes Anthony Michael Hall,
y acabando con el macarra Judd Nelson.
En The Breakfast Club, cinco estudiantes
muy diferentes entre sí son castigados a pasar todo un sábado en el instituto
en el que estudian por diferentes fechorías. Su tarea es escribir un ensayo de
más o menos mil palabras en las que respondan a una pregunta: ¿quién eres?.
Cuando el director que les vigila se ausenta del aula, las desavenencias entre
los cinco salen a flor de piel... Los cinco estudiantes son cinco clichés del
género comedia adolescente, esto es: el cerebrito (Anthony Michael Hall), la reina del baile (Molly Ringwald), el deportista guaperas (Emilio Estévez), el matón (Judd
Nelson), y la inadaptada (Ally
Sheedy).
Fotograma de una de las mejores escenas del filme de Hughes. |
Cinco clichés presentes en las escuelas preparatorias de los
Estados Unidos, representados en cualquier película de adolescentes en las que
parecen personajes planos e insulsos, en The
Breakfast Club se antojan mucho más profundos que lo que indica su
estereotipos, además de ser interpretados con sorprendente sobriedad por los
cinco actores jóvenes.
Pero lo que
realmente hace grande al filme de Hughes
es el hecho de tocar todos los palos que puede mediante la profundización
magnífica de personajes (insólita en películas de este tipo): inquietudes de la
adolescencia tales como el sexo, las amistades, y el primer amor, su crítica al
sistema educativo de la década de los ochenta, el maltrato físico y psicológico
de algunos padres, la discriminación y exclusión social. Además (y por si esto
fuera poco), trasciende a sus argumentos y construye un relato de amor y
comprensión hacia los demás: da igual la extracción social de los adolescentes,
su altura, su complexión. Lo importante es lo bien que te lo pasas con ellos,
comprender que todo el mundo tiene sus problemas y lo primordial, que no hay
que poner etiquetas: prejuzgar está mal.
Emma Stone en Easy A tenía razón: hasta el malo de The Breakfast Club es un gentleman de los que ya no quedan. |
Don't you forget about me. No te olvides de mí, nos dice el filme, en boca del
grupo ochentero Simple Minds. Y haríamos bien en hacerle caso, para no
convertirnos en el despiadado director del colegio, que olvidó que un día fue
adolescente y también fue etiquetado por el director de turno.
Lo mejor: la dirección me pareció un logro increíble, igual que
todas las interpretaciones y un guión magnífico. Una de las grandes obras del
cine.
Lo peor: no saber cómo acaba el chiste que nos cuenta (a medias)
un muy macarra Judd Nelson.
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