'Anacleto: Agente Secreto', fiasco a la española
![]() |
Una crítica de @AdriNaranjo2 |
La verdad es que esta crítica podría ser de lo más escueta; de hecho, si me apuran, podría ser de una sola palabra: tonta. TON-TA. Anacleto: Agente Secreto es, sin ninguna duda, una de las películas más estúpidas y prescindibles del año. Puede que lo que vaya a decir a continuación parezca una obviedad, y evidentemente lo es, pero toda obra artística tiene dos tipos de receptores: a los que les gusta y a los que no. Menuda tontería dirán, ¿no? Pero es bueno dejar constancia de que habrá mucha gente que disfrutará de esta pieza y no compartirá nada de lo que pueda decir. Aún así, me reafirmo en todo lo dicho: Anacleto es una banalidad, una comedia que sólo hace gracia en algunos (pocos) momentos, un despropósito total. Además, y eso sí se lo tenemos que dar, consigue algo que parecía imposible: que sus nimios 87 minutos se hagan largos. ¡Qué tedio, por Dios! Una ida y venida de chistes fáciles, clichés innecesarios y dramatismos forzados.
Lo que también es cierto es que no hay nada más subjetivo en
este mundo que la comedia. Aunque todo (absolutamente todo) puede ser el
catalizador para un chiste, un gag o una sátira, es verdad que lo que hace
gracia a uno no se la hace a los demás. El drama, sin querer quitarle
importancia, sabe con certeza qué hace llorar o qué emociona, pero la comedia
es una caída al vacío y un mar de incertidumbres. Aún así, Anacleto peca en
muchos apartados independientes al de su humor burdo y poco refinado. Los
actores, por mucho renombre que tengan, aparecen incómodos y haciendo
interpretaciones muy alejadas de su habitual nivel. Puede que Quim Gutiérrez,
el insípido hijo del agente secreto encarnado por Imanol Arias, sea de lo
mejorcito de este elenco lleno de caras reconocibles. Areces, haciendo de súper
villano, cae en el ridículo una y otra vez; el propio Arias parece desorientado
y falto de chispa; y Berto Romero está, sencillamente, irreconocible e insulso.
Pero esta producción no sólo puede disgustar por todos estos
motivos, sino que además es indigesta como pocas. Cuando ya han pasado unos
minutos, o tal vez unas horas, del fin de la proyección, uno puede recordar
algunos momentos divertidos (que haberlos, haylos), pero el regusto es más
agrio que el de un yogur sin azúcar caducado. El guión, aunque tiene la
acertada intención de ser distendido, es de primero de escuela de cine. Una
parodia sin más, que nos recuerda con brutalidad que en este país siguen
habiendo unas tendencias que rozan lo cancerígeno. Francamente, algunos ya
estamos hartos de este estilo blanco e insípido que parece haberse apoderado
del monopolio cómico español. La falta de ritmo no ayuda a esconder los errores
estructurales y los erráticos diálogos (por favor, presten atención al
infumable minuto en el que aparecen Buenafuente y Corbacho. ¿¡Por qué!?). Y con
el ritmo se descubre otro departamento que también es para darle de comer
aparte: el montaje. Pero, y aquí viene lo bueno, toda la vergüenza ajena que
uno puede llegar a pasar con la vis cómica de la cinta, queda compensada por el
impecable trabajo técnico que se observa en la acción. La edición de sonido,
sin ir más lejos, es sobresaliente. Se nota la mano del infatigable Oriol
Tarragó; un gran trabajo, sí señor.
El resto de secciones técnicas, sin lucir en exceso en ningún
instante, solventan los posibles contratiempos y nos dejan un resultado
correcto, pero falto de originalidad. La fotografía es decente, la dirección
aceptable y el arte intenta quedarse en un segundo plano y destacar lo mínimo.
Si el cómputo global es malo, la técnica es, simplemente, mediocre. Tampoco vamos
a hacer leña del árbol caído
Y, ya para acabar, permítanme que haga una interpelación
directa a los responsables de todo este desastre. Ustedes quieren hacer una
película que, aunque no se diga, sucede en Cataluña, ¿verdad? Masías, fuets,
calles más que reconocibles de Barcelona, Quim Gutiérrez, Berto Romero,... Muy
bien, pues no me pongan a Imanol Arias; por favor. Tengan un poquito de
coherencia; sólo un poquito; que no hay por donde comerse eso.
0 comentaris: