RETROSPECTIVA David Fincher: 'Panic Room'

[[Crítica de @PauGarcia179]]
Era el año 2002 y había mucha expectación por ver lo nuevo de David Fincher tras sorprender a propios y extraños con ‘Fight Club’, esa obra maestra protagonizada por Edward Norton y Brad Pitt. Finalmente, David Fincher se decidió por dirigir ‘Panic Room’, cuyo libreto lo firma David Koepp, cineasta responsable del guión de ‘Carlito’s Way’ (Brian de Palma, 1993), entre muchos otros. ‘Panic Room’ explica la historia de Meg Altman –recién separada- y de su hija Sarah, que se trasladan a una mansión de Nueva York escandalosamente lujosa. Sin embargo, tres ladrones invaden su hogar y madre e hija se esconden en “la habitación del pánico”, un refugio con cuatro muros de hormigón, línea telefónica independiente y monitores para controlar el resto de la casa. 


La película empieza con unos planos de la ciudad de Nueva York mientras los títulos de crédito se adaptan al paisaje urbano sobrepoblado de irritante publicidad, para pasar inmediatamente a lo importante del asunto: la descripción de la nueva casa. El problema es que ni David Fincher ni el guionista se toman la molestia de describir mínimamente los personajes. No sabemos nada de la supuesta protagonista, la mujer interpretada por Jodie Foster, ni de su hija en la ficción, interpretada aquí con solvencia por una jovencísima Kristen Stewart (bastante antes de dejarse vampirizar accediendo a protagonizar ‘Twilight’ y sus interminables secuelas). Lo único salvable en la descripción de personajes es el momento de peligro en el que Sarah, la hija, recita los títulos de los álbumes de The Beatles en voz alta para mantener la calma, uno de esos detalles que dan vida a los personajes.

El buen hacer de las dos actrices consigue que nos creamos los personajes y que su devenir en la historia nos importe mínimamente. Por otra parte, en la banda de ladrones tenemos al malo malísimo de turno (Dwight Yoakam), al malo que en realidad es bueno que hemos visto en 300 películas antes que esta (Forest Whitaker) y al supuesto líder de la banda, un niñato pijo interpretado por Jared Leto. Más allá de que Whitaker consigue que le creamos como una buena persona, poco hay que destacar en las interpretaciones de los ladrones.

El malo que es bueno, el malo malísimo y el pijo
Con un desarrollo tan pobre e inverosímil, con esa inexistente descripción de personajes (problemas que ya estaban en el guión), ¿qué vio David Fincher en esta historia para querer llevarla a la gran pantalla, después de haber logrado una obra como ‘Fight Club’? La respuesta la podemos encontrar en ciertos billetes de color verde, o quizás (siendo muy benévolos con el director), la voluntad de transformar un guión más bien mediocre en un digno producto audiovisual que cautivara al espectador no con una gran historia ni personajes, sino con su puesta en escena y estilo.

A favor de David Koepp, el guionista, hay que decir que entre las páginas del libreto ya había atisbos de tensión, suspense y atmósfera asfixiante, elementos que Fincher refuerza sobremanera a través de su atractivo estilo y experta puesta en escena. También, suponemos, debió de ser un reto para el director el rodar en prácticamente todo el filme en un mismo lugar, una mansión cuyo lujo y exuberancia encierra un reverso oscuro cuando se revela contra los personajes que en él habitan.

De acuerdo, 'Panic Room' es entretenida y se sigue con interés. Pero a pesar de esa tensión bien conseguida, de la solvencia de las interpretaciones y del fascinante estilo de David Fincher, el filme encierra en su excelsa forma el más absoluto de los vacíos, una película hueca de una superficialidad alarmante que la condenan en el limbo de las películas bien realizadas pero que no dejan en el espectador el más mínimo poso o recuerdo tras su visionado.  

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