RETROSPECTIVA Ridley Scott: The Duellists

[[Crítica de @PaulPorcoRosso]]
El estilo de Ridley Scott se fraguó en la selva de la publicidad televisiva. Para anunciar productos que desean ser apetecibles para su público potencial, el director debe tirar de todos los hilos que tiene a su alcance en su justa medida para convertir cualquier plano en un experiencia sensorial a todos los niveles (visual, sonoro y auditivo). Y así se siente el cine de Scott en sus tres primeras obras (The Duellists, Alien y Blade Runner): puesta en escena, fotografía e iluminación, música y sonidos, localizaciones, dirección. Todo en ellas es manejado con maestría inusual para un novato en el cine para confeccionar verdaderos cuadros vivientes, sin dejar detalles al azar, con una meticulosidad equiparable a la que hizo grande la principal característica de las obras de Kubrick (aunque sin la obsesión del neoyorkino con el punto de fuga).

En The Duellists, D'Hubert (Ketih Carradine) entablará un duelo con Feraud (Harvey Keitel), duelista de profesión y soldado al servicio de Napoleón Bonaparte, que se tomará su rivalidad con D'Hubert como una cuestión de honor haciendo durar este combate durante más de 15 años, que se nos mostrará a modo de encuentros esporádicos en la vida de D'Hubert. Feraud actúa como una personificación del destino, un hombre que atacará cuando menos se le espere... Ambos son las dos caras de una misma moneda: el honor de caballeros. Uno no puede existir sin el otro, el hombre razonable contra el hombre apasionado, el bien contra el mal...


La experiencia en The Duellists se basa en la ya nombrada puesta en escena del director británico, que bebe directamente de la estrenada dos años atrás Barry Lyndon. Pero por desgracia, esta opera prima, brillante representación de la estética de los tiempos de Napoleón, hereda sólo el poderío visual y olvida el retrato de miseria y destino de la antes nombrada obra del neoyorkino Stanley Kubrick. La cinta se distancia del espectador a una velocidad vertiginosa por un guión frío y de narrativa descompensada a causa de una historia que aparece y desaparece a las conveniencias de Gerald Vaughan-Hughes. Sólo la maestría de Scott consigue que se sientan realmente los enfrentamientos cara a cara entre los dos protagonistas, esos hombres de diferente honor interpretados (eso sí) con gran atino por Keith Carradine y Harvey Keitel, cuyas estocadas con el sable o la espada se viven casi en nuestras propias carnes y la tensión de su juego al ratón y al gato por las ruinas de un antiguo castillo se canaliza por todos los vellos del cuerpo: todos los momentos que incluyen batallas de miradas y dialécticas entre esta extraña pareja son sin duda secuencias para el recuerdo.

The Duellists es un filme para entender mejor la filmografía de Scott, que busca en todas sus películas una experiencia, más que cinematográfica, de admiración hacia su creación de ambientes. Así pues, al contrario que en The Counselor donde el afamado director sólo disponía sus cámaras en el ambiente para no estorbar al guión de McCarthy (consiguiendo una experiencia mentalmente muy enriquecedora pero algo vacía técnicamente), Scott triunfa con la ambientación de su opera prima, pero confecciona un filme frío que (por suerte) gana fuerza cuando los duelistas del título se enfrentan cara a cara en su eterna batalla de honor.

Lo mejor: la ambientación, y los duelos cinco duelos entre Carradine y Keitel.
Lo peor: su guión, y lo distantes que se sienten los personajes.

Título: The Duellists
Director: Ridley Scott
Fotografía: Frank Tidy
Guión: Gerald Vaughan-Hughes
Año: 1977
Duración: 101 min.
País: Reino Unido
Productora: Paramount / Enigma Productions. Productor: David Puttnam
Reparto: Keith Carradine, Harvey Keitel, Edward Fox, Albert Finney, Cristina Raines, Robert Stephens, Tom Conti, Diana Quick, John McEnery

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LUNES DE RECOMENDACIONES: 'Catch Me If You Can', de Steven Spielberg

[[Crítica de @PauGarcia179]]


Después de filmar la notable ‘Minority Report’, Steven Spielberg enlazaría tres películas “basadas en hechos reales”, a saber: ‘Catch Me If You Can’, ‘The Terminal’ y ‘Munich’. Hoy recomendamos la primera de esta trilogía (nunca definida por el director y que aquí nos tomamos la irreverencia de proclamar) del creador de ‘Schindler’s List’: ‘Catch Me If You Can’. Protagonizada por Leonardo DiCaprio y Tom Hanks, este drama con toques de humor está basado en la autobiografía del protagonista de esta historia, el estafador Frank W. Abagnale. Hollywood, siempre interesado en las historias de sus más ilustres héroes (como el Jordan Belfort de ‘The Wolf of Wall Street’), compró los derechos del libro de Abagnale, que pasaron por diversas manos, incluso por las de David Fincher (que decidió dirigir en su lugar ‘Panic Room’), hasta llegar a las de Steven Spielberg

En los años 60, Frank Abagnale Jr. vive con sus padres de forma acomodada en Nueva York hasta que su padre pierde su posición social y económica y la familia tiene que mudarse a un hogar más modesto. El pobre Frank Jr. tiene que conformarse con la escuela pública, y cuando sus padres se divorcian, se escapa de casa y empieza a destacar en el noble empleo de la estafa con el objetivo de “devolverle a su familia lo que les ha sido arrebatado” de manera que vuelvan a ser la familia perfecta que siempre habían sido. Con este material de partida, no sorprende que Spielberg se aviniera a dirigir esta película. 

Steven Spielberg es un director que parece haberse inspirado en la máxima de Lars von Trier de “el cine debe ser como una piedra en el zapato” para erigir su propio mantra, formulando (metafóricamente) lo opuesto a lo que proclamaba el genio danés. “El cine debe ser como un café caliente en invierno, como el más cómodo de los zapatos o como un buen masaje después de un duro día de trabajo. “ Algo así sería la definición de cine de Steven Spielberg, al menos el Spielberg de películas como ‘Catch If You Can’, ‘The Terminal’ o cualquier película de aventuras que haya ideado el director de ‘Jaws’. 


Y es que a Steven Spielberg le gusta dejárnoslo todo masticado, todo perfectamente preparado para el disfrute del amplio público que solo pretende pasar un buen rato con las historias contadas por el ‘Rey Midas’. Ahora vendría el momento de criticar abiertamente a Spielberg, pero hacerlo sería negar la calidad incuestionable de su cine, su gran puesta en escena y, en definitiva, minusvalorar todas aquellas grandes películas que nos ha regalado, aunque no destaquen precisamente por su compromiso social o su visión crítica de la sociedad.

Decía esto porque ‘Catch Me If You Can’ es una muy buena película, entretenida como pocas gracias al ritmo que le imprime su director, y que, como tantas otras del realizador de Ohio, tiene una elaborada puesta en escena que no podemos pasar por alto. Además, el elenco escogido hace un trabajo extraordinario, especialmente Leonardo DiCaprio y Tom Hanks (en el papel de agente del FBI), y verlos jugar al gato y al ratón es una delicia. Amy Adams, Christopher Walken y Martin Sheen completan el gran reparto, quedándose en segundo término ante el papel decisivo que juegan los dos protagonistas. 

El tono dramático se impone a lo cómico, aunque hay que destacar la genial escena en la que Frank Abignale se hace pasar por el profesor suplente de francés. A veces, sin embargo, se impone el sentimentalismo clásico de Spielberg, pero es algo que en esta ocasión se puede perdonar debido a lo satisfactorio de la cinta. Es de alabar el tratamiento del personaje de Carl Hanratty, pues el retrato de un agente del FBI podría caer en lo anodino, pero el director, inesperadamente, le confiere una gran personalidad reforzada, eso sí, por la interpretación de Tom Hanks


Lo más abiertamente criticable de la película, es por, ejemplo, la caricatura que hace de los policías y las prisiones franceses, de manera que según Spielberg, en Francia los presos viven en unas condiciones inhumanas mientras que en Estados Unidos la humanidad se impone sin excepción (véase Guantánamo). La escena en la que el personaje de Tom Hanks intenta salvar a su perseguido de las autoridades francesas, es, en ese sentido, de vergüenza ajena. También de vergüenza ajena es la superficialidad con la que se trata el tema de los padres de Brenda (Amy Adams), fruto sin duda, del conservadurismo del director. ALERTA SPOILER: Brenda le confiesa a Frank que sus padres no le hablan y la echaron de casa porque abortó. Frank –supuesto doctor-, le dice a Brenda que le va a pedir a su padre consentimiento para casarse. Así pues, Frank se presenta y los padres de Brenda se olvidan del aborto y Brenda no tiene problemas en volver a hablarse con esos padres que no tuvieron ningún remordimiento en echarla de casa. Todo muy lógico, normal y verosímil. Por si fuera poco, Spielberg nos atormenta con ese plano en el que Frank (DiCaprio) descubre a los padres de Brenda en una tierna escena doméstica lavando juntos los platos, como si fueran los padres perfectos y no como los suyos que, oh herejía, se divorciaron. Su tesis conservadora sobre la familia se cae por sí sola. FIN SPOILER.

La participación de DiCaprio en esta película y el tipo de historia que se cuenta permite establecer un paralelismo con el último film de Martin Scorsese, ‘The Wolf of Wall Street’, pues en los dos casos se utiliza la estructura de auge y caída del protagonista, y curiosamente, en ambas películas, la caída no llega a ser tal, pues tanto el Jordan Belfort de ‘The Wolf of Wall Street’ como el Frank W. Agnabale de ‘Catch Me If You Can’ ni acaban de caer en desgracia como probablemente merecerían ni tenemos muy claro si se han redimido. La diferencia es que, mientras Martin Scorsese cerraba la película con la charla motivacional que servía de espejo (negro) de la sociedad, el final de Spielberg redimía patéticamente al personaje porque, literalmente, aprobó, estudiando y sin hacer trampas, un examen de Derecho. 

Dicho todo lo anterior, y aunque parezca contradictorio, ‘Catch Me If You Catch’ es una muy buena película de más de dos horas que pasa volando, con escenas memorables y grandes interpretaciones, que pese a sus puntos negativos (la mayoría extra-cinematográficos y yo mismo considero muy subjetivos), es un filme que desde Siempre en VO recomendamos sin pestañear.

Título: Catch Me If You Catch
Director: Steven Spielberg
Guión: Jeff Nathanson (Libro: Frank W. Abagnale & Stan Redding)
Fotografía: Janusz Kaminski
Año: 2002
Duración: 140 minutos
País: Estados Unidos
Reparto: Leonardo DiCaprio, Tom Hanks, Christopher Walken, Amy Adams, Nathalie Baye, Martin Sheen, Jennifer Garner, Brian Howe, Frank John Hughes, James Brolin, Elizabeth Banks, Chris Ellis, Ellen Pompeo


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Reformas en Siempre en VO

¿Qué? ¿qué es esta página? ¿dónde está la Siempre en VO de toda la vida? No, tranquil@, no te has equivocado de enlace ni te hemos redirigido a otro sitio web: este es el nuevo diseño de Siempre en VO. Y lo será hasta... hasta que... bueno, hasta que nos cansemos de él como ha pasado con el otro. En octubre ya hará un año que empezamos nuestras andadas por estos "bajos fondos" de internet, y hemos decidido que ya era hora de darle un lavadito de cara al blog y dar así oficialmente el pistoletazo de salida a la nueva temporada de cine (siempre) en Versión Original.

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Antes, todo esto era más o menos así...

Este lavado de cara no ha sido sólo a nivel visual, con el que hemos intentado crear un modelo de blog más luminoso, más moderno y en definitiva mucho más bonito que el anterior, sino que es un pequeño post-it que deberá indicarnos el camino hacia una mayor implicación y una mayor frecuencia de publicaciones. Este año nos han DENEGADO (así en mayúsculas nos lo comunicaron) la acreditación para el Festival de Cine Fantástico de Sitges (efemérides cinéfila que hubiéramos estado encantadísimos de cubrir como ya hicimos con l'Alternativa en su pasada edición, y que volveremos a hacer este año si nos lo permiten), y eso ha sido para nosotros un golpe un poco duro (¿un Festival que rinde homenaje a Roland Emmerich nos deniega la acreditación? ¡venga ya!) y a la vez un toque de atención para ponerle más interés e intentar llegar a más gente.
Así pues, en esta nueva "temporada" de cine que iniciamos ahora, nos hemos propuesto a nosotros mismos cumplir una serie de objetivos. Primero, seguir con nuestras recomendaciones, tanto musicales como de cine cada viernes y lunes respectivamente (podéis chequear ambas en nuestra cuenta de twitter, y para las recomendaciones de cine tenemos una página exclusiva). También queremos lanzar alguna encuesta de forma mensual para que vosotros, los que nos leéis y nos dais ánimos a seguir escribiendo, participéis un poco más activamente en el devenir del blog. Asimismo, también queremos incrementar nuestra participación en Twitter, e ir más allá de solamente informaros de las críticas y artículos que colgamos en el blog: ser más activos, iniciar debates, colgar fotogramas perfectos de las películas que veamos. Vivir un poco más de cerca la magia de las redes sociales, en definitiva.

Un par de cabeceras (algo más frikis) que pudieron haber sido y no fueron…

Al principio del primer año del blog hacíamos un especial mensual de un director de nuestro antojo. Vamos a retomar esta bella iniciativa y colgaremos todos los martes y sábados críticas de películas del director elegido en un apartado del blog que hemos denominado como Retrospectiva. Para empezar, este octubre hablaremos de Ridley Scott en motivo del cercano estreno de su adaptación bíblica Exodus. Analizaremos parte de la filmografía del mítico director de ciencia ficción que últimamente parece haber perdido el rumbo (con la excepción de la infravalorada The Counselor), y hablaremos de sus grandes obras. También reviviremos la sección Miércoles en Asia (renombrada varias veces) que hemos perdido durante el verano, en la que nuestro nuevo redactor @marckwire21 (al que podéis leer también en su blog http://deporticulas.blogspot.com.es/) criticará una película del continente asiático todos los miércoles. Otro punto a reforzar son las #reflexionesdecine, a las que daremos más caña y colgaremos una cada jueves. Los viernes los dejaremos para los estrenos semanales de los que (mientras las distribuidoras nos dejen) seguiremos informando.


Por último, también nos gustaría lanzar algún concurso de vez en cuando y premiaros por vuestra fidelidad y seguimiento del blog. Lo que hacemos aquí no tendría sentido sin que vosotros (al otro lado de la red y con vuestra pantalla de ordenador) leyerais nuestras opiniones sobre películas que vemos y nos encantan, que vemos y nos gustan, y que vemos y no nos gustan nada. Tenemos ganas de acercaros un poquito el Séptimo Arte con nuestra propia visión, y de compartir con vosotros nuestra pasión y deleite por las obras audiovisuales que, si se lo proponen, pueden ser abrumadoramente emocionantes.

Eso sí, Siempre en VO.

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NO ESTRENOS: 'The Darjeeling Limited', un Wes Anderson no tan brillante

[[Crítica de @PauGarcia179]]

Wes Anderson es bastante raro. Acercarse a una de sus películas puede ser arriesgado si uno no sabe lo que va a ver. Incluso ‘The Grand Hotel Budapest’, probablemente su película más divertida, genera división entre los espectadores. Están los que se ríen a carcajadas, y los que se sorprenden de la sincera diversión que unos pocos disfrutan. Las situaciones y personajes marcianos del universo de Wes Anderson solo son tolerados por unos pocos espectadores, y en lo referente a la estética de sus películas, hay quienes la admiran, quienes la odian y quienes (lo más sorprendente), la contemplan con indiferencia. Pues bien, para aquellos espectadores que quieran adentrarse al mundo de Wes Anderson, les diría que ‘The Darjeeling Limited’ no es la mejor opción para empezar.

Francis (Owen Wilson), Peter (Adrien Brody) y Jack (Jason Schwartzman) son tres hermanos que llevan un año (des de la muerte de su padre) sin hablarse. El hermano mayor, sobreprotector en extremo, organiza un viaje espiritual a la Índia para que los tres se conozcan mejor entre ellos y a sí mismos. Con este argumento sería fácil pensar en una de esas películas tópicas supuestamente reveladoras pero de una superficialidad inadmisible, con viaje a la India incluido. Pero como decía al principio, este film es obra del incomparable (para bien o para mal) Wes Anderson y difícilmente asistiremos a algo convencional. 

La primera escena es engañosamente buena, vemos a Peter (Adrien Brody) corriendo para subir a un tren superando a Bill Murray, que se queda en el camino. Lamentablemente, el actor, habitual de Wes Anderson, no tiene ni una línea de diálogo en toda la película y el resultado final del film, según el que esto escribe, no acaba de ser lo brillante que el principio prometíaPara los que vayan a ver la película pensando que es una comedia, ya les advierto que es más bien un drama, si tenemos en cuenta la escasez de momentos cómicos (ojalá me hubieran dicho lo mismo a mí al ver ‘The Royal Tenenbaums’). Sin embargo, lo estrambótico de sus personajes -una constante en el cine del realizador tejano- hace más llevadero el filme, aunque no está repleto de tantas situaciones absurdas como las que poblaban otras cintas del director de ‘The Gran Hotel Budapest’. 


A favor de la película hay que destacar, aunque a estas alturas resulte obvio decirlo en un film de Wes Anderson, la excelsa estética que vuelve a envolvernos con esos decorados (imposible no resaltar el tren) y esos colores. A pesar de que el director continúa utilizando las geniales panorámicas a que nos tiene acostumbrados, los característicos travellings laterales recorriendo –horizontal o verticalmente- las estancias del Belafonte o las habitaciones de El Gran Hotel Budapest esta vez se ven limitados por una obvia razón: el tren con el que viajan los tres hermanos hace prácticamente imposible la utilización de uno de sus más estimables movimientos de cámara. No obstante, su estilo sigue enamorando y es necesario valorar la labor de todo el equipo por la dificultad de rodar en un tren en marcha, decisión más que discutible tomada por el director. 

Aunque el director se sobrepone a los clichés sobre los viajes espirituales a la India, el drama no consigue emocionar del todo al espectador -a pesar de las buenas interpretaciones-, y cuando, de nuevo en el tren Darjeeling Limited, aparecen los títulos de crédito, no podemos evitar sentir cierta extrañeza debido a lo abrupto del final y a lo incompleto del film en general. El viaje puede ser simpático, curioso, disfrutable y agradable, pero el final, al menos para el que esto escribe, no acaba de ser todo lo satisfactorio que debería. ‘The Darjeeling Limited’ no es, afortunadamente, una de esas road movies de viaje espiritual, es otra interesante película de un director diferente y original. Lamentablemente, el guión, coescrito entre el propio director, Roman Coppola y el también actor Jason Schwartzman (otro de la familia Coppola) no tiene la brillantez que sí tenía en otras ocasiones, como en la reciente ‘The Grand Hotel Budapest’ o en la también recomendable ‘Life Aquatic’.

Lo mejor: la estética, las panorámicas, personajes y actuaciones
Lo peor: el guión no está a la altura de otras películas del director

Título: The Darjeeling Limited
Director: Wes Anderson
Guión: Wes Anderson, Roman Coppola, Jason Schwartzman
Fotografía: Robert D. Yeoman
Año: 2007
Duración: 91 min.
País: Estados Unidos
Productora: Fox Searchlight Pictures / Collage / American Empirical Pictures / Dune Entertainment / Cine Mosaic / Indian Paintbrush / Scott Rudin Productions
Reparto: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Bill Murray, Amara Karan, Camilla Rutherford, Irrfan Khan

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Hardy vuelve a la carga

[[Crítica de @PaulPorcoRosso]]
The Drop es la primera adaptación al cine de una novela de Dennis Lehane hecha por el mismo autor. Aunque a muchos ese nombre pueda sonarles a desconocido, seguro que han disfrutado de al menos una de sus novelas plasmadas en la gran pantalla: Dennis Lehane es el escritor de los libros en que se basan Mystic River, Shutter Island y Gone Baby Gone (dirigidas las tres con mano de hierro por dos grandes directores asentados y uno emergente). Su temática, como podemos ver, versa siempre en torno al thriller dramático y The Drop no es una excepción.

Según la potente voz en off de Hardy nos informa al principio de The Drop, Brooklyn es el hogar de locales llamados 'bares de entrega', sitios en los que de vez en cuando enormes cantidades de dinero sucio pasan de mano en mano lejos de la vista de la policía neoyorkina. Uno de estos bares es el 'Cousin Marv's', que una noche (que por suerte no es de entrega) es atracado por dos individuos con la cabeza cubierta. La vida aparentemente tranquila de Bob (Hardy) y Marv (Gandolfini), camareros del bar, se verá afectada por la férrea reacción del jefe del local, Chovka (Michael Aronov), un capo de la mafia chechena que les exige que recuperen el dinero. Un día de camino a casa, Bob encuentra en un contenedor un cachorro de pitbull malherido y traba amistad con Nadia (Noomi Rapace), una chica que le ve hurgando en el contendor. El amo del perro, Eric, no tardará en ponerse en contacto con Bob, desencadenando una serie de eventos que no tardarán en cruzar entre sí ambas historias.

Por segunda vez este año (tras el thriller de 2013 "Locke"), el británico Tom Hardy demuestra con su glacial expresión facial que es capaz de actuar mucho mejor que sus músculos y su cara de niño guapo sugieren. Su contenida actuación como camarero de un bar atrapado en una trama de mafia y corrupción en los bajos fondos de Brooklyn no sólo es lo mejor de un thriller plano y cargado de estereotipos, sino que es lo que consigue atrapar al espectador y crear la máxima tensión. Su persuasivo y trabajadísimo acento neoyorkino, aunado con la antes mencionada capacidad del actor para contener sus emociones y a la vez parecer vulnerable, hace el deleite de la audiencia pese a estar asistiendo al desfile de un personaje algo vacío. Incluso le planta cara (interpretativamente hablando) al finado James Gandolfini, quien ofrece un valioso respaldo con no pocos destellos de calidad que recuerdan a su superlativa actuación televisiva en The Sopranos.


El director belga decide abrir varios frentes al perpetrar este thriller dramático. La intriga (que sí está conseguida), que supone un enfrentamiento a tres bandas entre los personajes de Hardy, Gandolfini y Schoenaerts, se mantiene hasta su explosión climática y se resuelve de forma muy satisfactoria con cierto aire a humor negro. Pero el drama no termina de encajar con la trama: la narrativa paralela que usa el director para contar ambas historias no las hace parecer cohesionadas excepto cuando ambas chocan al acercarse el ya nombrado clímax, consiguiendo crear un thriller de esos en los que (me atrevería a decir que al contrario que las tres obras de Lehane llevadas a la gran pantalla) el destino final es más satisfactorio que el camino andado.

No es una opción inválida disfrutar de este tipo de thriller, y es inevitable hacerlo cuando la tensión consigue medirse tan bien como en el nombrado apartado de The Drop, ayudado por la sutil banda sonora de Beltrami y el precioso retrato de Brooklyn de Karakatsanis. Pero resulta que tampoco es un thriller con unos personajes especialmente memorables: aparte de los sobradamente alabados de Hardy y Gandolfini (que se convierten en memorables gracias a sus intérpretes) uno no puede evitar sentirse algo cansado de la mafia este-europea que campa a sus anchas por el cine americano de mafiosos. Aún rehuyendo de la también manida camorra italiana, los jefazos albano-kosovares de Hardy y Gandolfini no pueden evitar ser mucho más que un cliché con piernas que conduce un BMW pagado con dinero negro de la venta de droga, armas, o lo que sea que se dedique la fauna de The Drop.

Valdrá la pena ver cuáles son los pasos siguientes tanto del director de la cinta, Michael R. Roskam, como de las andadas como guionista de Lehane (del que no dudo de sus capacidades en novela) que tiene un estilo aún por pulir. Y, por supuesto, valdrá la pena visionar este entretenido (aunque poco memorable) thriller dramático.

Lo mejor: el personaje creado por Tom Hardy y la fotografía de Karakatsanis.
Lo peor: la no cohesión entre drama y tensión en la trama, y la sensación de que se podría haber hecho algo mayor puliendo el material de Lehane.


Título: The Drop
Director: Michael R. Roskam
Guión: Dennis Lehane
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Año: 2014
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Productora: Chernin Entertainment / Fox Searchlight Pictures

Reparto: Tom Hardy, Noomi Rapace, James Gandolfini, Michael Esper, Lauren Susan, Erin Drake, Morgan Spector, Chris Sullivan, Michael Aronov, Matthias Schoenaerts, Alex Ziwak, Danny McCarthy, John Ortiz, Elizabeth Rodriguez, James Frecheville

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'A Most Wanted Man', el anti-James Bond

[[Crítica de @PauGarcia179]]

Reconocido fotógrafo (como Stanley Kubrick y tantos otros cineastas), Anton Corbijn se pasó a la realización de videos musicales antes de debutar en la gran pantalla con 'Control'. Su segunda película, 'The American' (protagonizado por George Clooney) no tuvo el mismo recibimiento crítico pero le permitió seguir rodando películas, lo cual ya es mucho. Ayer se estrenaba su tercera película, 'A Most Wanted Man', basada en una novela de John Le Carré y con un reparto liderado por el tristemente fallecido Philip Seymour Hoffman

Un joven ruso consigue llegar a Hamburgo después de superar algunas dificultades para arribar a su destino. Su origen y su nombre musulmán pondrán sobre aviso a servicios de inteligencia de tres países, convencidos que el joven inmigrante es en realidad un peligroso terrorista. Un banquero y una abogada pro derechos humanos parecen ser las únicas personas que conocen su identidad.

La película abre con un estético plano de la putrefacción de las cloacas, con agua que se va moviendo por la pantalla. La imagen, que nos puede dejar atónitos en un principio, puede entenderse (así lo entiende un humilde servidor), como una metáfora del estado del mundo, de cómo funcionan las cosas en el mundo real; una idea que se desarrolla en la película de forma convincente y dolorosamente veraz. Anton Corbijn, en el contexto post-11/9, teje una interesante y notable intriga, un absorbente relato de espías sin acción ni disparos, con una lucidez que puede deprimir por la terrible verdad que subyace en sus fotogramas. Los servicios de inteligencia sirven para, como dicen varios personajes del film, "hacer del mundo un lugar más seguro." Esa es la base y justificación de los servicios de inteligencia, pero a veces no está tan claro si lo que se protege es el estado y no las personas que viven en él, si más bien se defienden los intereses de unos pocos y de unas multinacionales que dominan el panorama económico mundial. 


'A Most Wanted Man' y el personaje interpretado por Philip Seymour Hoffman podrían definirse como el anti-James Bond, pues es justamente la película y el personaje más exactamente opuestos a la creación de Ian Fleming. No hay elegancia, ni trajes perfectos ni el Vésper que toma el agente 007, solo hay amargos tragos de whiskey, ambigüedad moral y un trabajo que puede ir consumiendo el alma. Por suerte, aquí no se incluyen insulsas historias de amor o absurdas tramas secundarias para aumentar el público objetivo; es por tanto, un trabajo honesto de un director que sabe lo que quiere y no quiere renunciar a su idea, y que se puede permitir marcar las distancias con los productores para que los intereses económicos no tergiversen su visión. 

Además de la gran puesta en escena de Corbijn, también favorecen a la película un gran reparto formado por Willem Dafoe, Rachel McAdams, Robin Wright y obviamente, el inmenso Philip Seymour Hoffman. En 'A Most Wanted Man' ofrece su última gran clase magistral de actuación interpretando al espía Günther Bachmann. Al acabar la película, tras admirar su gran interpretación, solo se puede sentir cierta desazón al pensar que no le veremos nunca más en una pantalla de cine (aparte de sus últimas películas no estrenadas) y sentir también como la muerte se lleva también esas grandes interpretaciones que podrían haber sido y que ya nunca serán. El último plano de la película, en la que le vemos alejarse del coche, funciona, indirectamente, como metáfora de su marcha definitiva.

'A Most Wanted Man' es el anti-James Bond, un relato pausado y de ritmo reposado que deja huella. De una lucidez alarmante, su final nos deja totalmente conmocionados y nos recuerda el estado caótico del mundo, la histeria colectiva de la lucha antiterrorista y los injustos prejuicios contra aquellas personas de nombre o religión musulmana. 

Lo mejor: ritmo reposado, ausencia de acción, actuaciones, lucidez, Philip Seymour Hoffman
Lo peor: la verdad detrás la lucidez, no poder ver más en pantalla a Seymour Hoffman

Título: A Most Wanted Man (El hombre más buscado)
Director: Anton Corbijn
Guión: Andrew Bovell (Novela: John le Carré)
Fotografía: Benoît Delhomme
Año: 2014
Duración: 121 minutos
País: Estados Unidos
Productora: IFC
Reparto: Willem Dafoe, Rachel McAdams, Grigoriy Dobrygin, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Daniel Brühl, Martin Wuttke, Nina Hoss, Rainer Bock, Mehdi Dehbi, Homayoun Ershadi, Neil Malik Abdullah, Vicky Krieps, Kostja Ullmann, Franz Hartwig, Vedat Erincin

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La última Gran Novela Americana

[[Crítica de @PaulPorcoRosso]]
La Gran Novela Americana es (además del título de una publicación de Philip Roth de 1973) el concepto de una novela que se distingue de las demás por ser una representación muy fidedigna del espíritu de la era en la que está escrita o el tiempo en el que está ubicada en los Estados Unidos de América. Normalmente es una publicación escrita por un autor americano (aunque no es una condición obligatoria), conocedor del estado, cultura y perspectiva del ciudadano americano de a pie, así como del lenguaje usado por el pueblo: su finalidad es capturar la esencia de la vida americana tal y como se percibe en ese momento exacto. La Gran Novela Americana es la respuesta de Estados Unidos a los poemas épicos del pueblo europeo como la Ilíada de Homero, el Canigó de Jacint Verdaguer, La Celestina de Fernando de Rojas, La Divina Comedia de Dante o El Decamerón de Boccaccio. Aunque, si cabe, más importante para las generaciones venideras de escritores de Estados Unidos de lo que lo son los poemas épicos para escritores europeos actualmente: los aspirantes a escritor de todas las edades toman estas "grandes novelas" como un punto de referencia, un ideal platónico que dirige todo el potencial hacia la escritura de su mejor obra.

Varias de las nombradas Gran Novela Americana de la historia de la literatura han sido adaptadas al cine, recibidas con gran acogida tanto de crítica como de público. Ahí están To Kill a Mockingbird (obra de lectura obligada para los jóvenes americanos), adaptada al cine por Horton Foote y dirigida por Robert Mulligan; Gone with the wind (los andares de Escarlata O'Hara en el Sur de los Estados Unidos durante la Guerra de Secesión), adaptada por Sidney Howard y dirigida por Victor Fleming; o Lolita (retrato de la sociedad autocomplaciente de los años cincuenta, y a la vez tragicomedia romántica y erótica) adaptada por el mismo Nabokov y dirigida por el genio Kubrick. Pero nunca antes una obra original de cine había sido capital para definir la vida en el sentido verdadero de la palabra. Bien es cierto que ha habido varios intentos que se han quedado cerca de lo que varios escritores han conseguido con sus novelas, con películas como Kids (esa cruda visión de la juventud de las barriadas neoyorkinas de Larry Charles y Harmony Korine), American Graffiti (las inquietudes de la juventud de los sesenta por un inspiradísimo George Lucas) o la versión de esta del propio Linklater, Dazed and confused (fiel retrato del sentimiento de los jóvenes en el final de la década de los setenta), pero todas pecaban de ser poco globales.

Si hoy en día las juventudes americanas tienen como obligación imperativa conocer casi de memoria Moby Dick, The Catcher in the Rye, The Great Gatsby o The Grapes of the Warth, dentro de un tiempo reglamentario no dudo que será obligado el visionado de Boyhood para conocer la realidad de los niños crecidos en los primeros años del siglo XXI. El retrato de Richard Linklater, traducido al español con el acertado título de Momentos de una vida, no sólo encarna el espíritu de la vida de principios de milenio en América, sino que se universaliza para abarcar la vida de gran parte de los jóvenes de los noventa, criados en hogares rotos y la entrada en la era 2.0. La ficción sigue la vida de Mason Jr (Ellar Coltrane) desde los seis años hasta su marcha a la Universidad, doce años plagados de cambios, mudanzas, errores, momentos bellos y momentos de miedo: un viaje épico y a la vez íntimo a la euforia y ignorancia de la niñez que analiza el devenir de las familias modernas.



Pese a tener como obvio protagonista al creciente personaje interpretado por Ellar Coltrane, el autor tejano no le sitúa sólo en el centro de su obra magna: ahí están también para soportar el paso del tiempo Lorelei Linklater (hermana de Coltrane en la ficción y hija del director en la realidad), Patricia Arquette (madre sufridora) y Ethan Hawke (padre), que serán los colores del magnífico tapiz de experiencias vitales urdido mediante un excepcional uso de las elipsis temporales. Por este lienzo colorista también deambularan personajes secundarios que se cruzan en la trayectoria de esta sufrida familia, la mayoría de ellos malas elecciones amorosas que repercuten siempre de manera brutal en todos los miembros. Pese a efectivísimos golpes dramáticos (que podemos encontrar en cualquier vida real de núcleos familiares de este siglo), Linklater no busca atacar la fibra sensible del espectador, sino que se concentra en mostrar los brochazos vitales más importantes del crecimiento de sus personajes.

Es irrelevante hablar de actuaciones, fotografía, música o dirección (aunque los cuatro apartados son de una excelencia brutal) pues Boyhood es mucho más que una película en la filmografía de Linklater. Ecos de la trilogía Before... y de Dazed and confused se dan encuentro en este mastodóntico pero a la vez humilde y cercano trabajo de doce años resumidos en 165 minutos increíblemente absorbentes. Todo lo que pueda escribir sobre esta magnífica película del genio tejano se va a quedar corto si lo comparamos con la experiencia real que supone ver y sentir los problemas de Mason Jr en Boyhood. Mi única recomendación es verla y dejarse llevar para poder disfrutar de la última Gran Novela Americana, sólo que esta vez, hecha película.

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¡Shalom, Zach Braff!

[[Crítica de @PaulPorcoRosso]]
Crecer es un proceso lento, costoso y doloroso. Me han dicho en varias ocasiones que los treinta (edad para la que aún me faltan un par de lustros para llegar) es de las más complicadas de pasar a nivel mental. Tus hijos, si los has tenido de joven, ya avanzan con paso firme hacia la adolescencia. Tus padres (si es que aún les conservas a ambos) empiezan a pasarte el testigo para que seas tú el nuevo cabeza de familia, y si son padres que han vivido la década de los setenta en todo su esplendor (y con ella el jugueteo liberal con las drogas) ya empiezan a llegar a su fecha de caducidad. Para colmo, en medio de todo este curioso marrón familiar que se te viene encima, tu espiritualidad te manda señales para que entiendas que aún no has encontrado tu propósito en la vida. Llevas vividos 35 años, y de repente te das cuenta de que no sabes qué demonios eres, no te conoces lo suficiente. Así que, cuando llegas a los treinta, y para resumirlo en un par de palabras: estás jodido.

Pero crecer es inevitable, y darte cuenta de que lo estás haciendo a marchas forzadas, la mejor medicina para disfrutar los últimos momentos para siempre con tus padres, los últimos momentos de tus hijos hasta que regresen de ese amargo viaje que es la adolescencia (porque, afrontémoslo, nunca van a ser tan monos como cuando tienen diez añitos), y ponerte de una vez por todas las pilas para mantener a una familia que por poco se te va de las manos: ahora mismo tu función en el mundo es conseguir que tus hijos (sí, esos que dentro de poco dejarán de contarte cosas y pensarán que pasar tiempo contigo es sumamente aburrido) se conviertan en una persona tan buena y válida que (por lo menos hasta antes de llegar a esta crisis existencial de la treintena) tú has sido.


En su nueva película, el personaje de Zach Braff (interpretado como siempre de forma rutilante), Aidan Bloom, es un hombre en este momento de su vida. El cáncer de su padre (Mandy Patinkin en plena forma) vuelve a la carga con mucha más fuerza que antes, la llama del amor con su mujer (Kate Hudson) se va apagando poco a poco, su lucha para convertirse en actor no es más que una decepción tras otra, y por si fuera poco no puede pagar el colegio privado de sus hijos, con lo que deberá educarles en casa. A través de estas clases, Aidan redescubrirá partes de él mismo que había enterrado muy al fondo de su ser e intentará encauzar su vida antes de que se le escape por completo.

La película combina a la perfección el dramatismo de la crisis de los treinta con el clásico sentido del humor judío, dándole la vuelta a la tortilla a sus desgracias, bromeando sin miedo con la religión, y buscando el camino a seguir en este viaje espiritual que desemboca en un mejor conocimiento de sí mismo. Las disfuncionalidades familiares que los hermanos Braff escriben tan y tan bien (quizás porque han vivido un poco de eso en casa) sirven de motor a unas réplicas afiladas y a diálogos rápidos dignos del mejor Woody Allen y personajes estrambóticos que parecen sacados de una película de los hermanos Coen. El Braff director captura momentos que, aunque podrían ser tachados de desprender cierto tufo a tópico motivacional ("sigue tus sueños", "eres un héroe día a día"), exhalan buen rollo y simpatía por los cuatro costados, y lo hace sin virguerías ni alardes técnicos: su dirección es simple, como el alma del filme que se está rodando. Respaldado (como ya hiciera en su opera prima) con la simpleza de las melodías indie que tanto le gustan y un excelente trabajo de fotografía de Lawrence Sher, las reflexiones del expresivo actor, director y guionista (tanto televisivo como de cine) urden un filme que sirve para hacer entender (a los que aún no hemos llegado) qué es la treintena para el hombre.

Han pasado diez años, sí, pero Zach Braff (y aquí reside para mí el único error de una película, igual que Garden State, digna del mejor Allen o hasta los mejores Coen) sigue perdiéndose y encontrándose en las crisis de cambio de década. En 2004 fue el empujón que le hizo salir de una adolescencia perpetua  y convertirse de una vez por todas en mensch. Y con Wish I Was Here, comprende qué demonios está haciendo en este mundo. Una epifanía más.

Lo mejor: banda sonora, actuaciones, fotografía y guión. Ahora estoy un poquito más preparado para la crisis de los treinta.
Lo peor: el tufillo a moralina barata, y el hecho de ser una película narrativamente tan parecida a Garden State.

Título: Wish I Was Here
Director: Zach Braff
Guión: Zach Braff, Adam Braff
Fotografía: Lawrence Sher
Año: 2014
Duración: 120 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Double Feature Films / Worldview Entertainment
Reparto: Zach Braff, Josh Gad, Kate Hudson, Jim Parsons, Joey King, Ashley Greene, Mandy Patinkin, Donald Faison, James Avery, Michael Weston, McKaley Miller, Pierce Gagnon, Phill Lewis, Reese Hartwig, Bob Clendenin

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Jersey Boys, un Eastwood menor pero perfectamente disfrutable

[[Crítica de @PauGarcia179]]
Veintiseis años después de estrenar 'Bird', biopic sobre el saxofonista de jazz Charlie Parker, Clint Eastwood vuelve al género musical para contar la historia de Frankie Valli y The Four Seasons. Los guionistas Rick Elice y John Logan adaptan la obra musical, la homónima 'Jersey Boys', a la gran pantalla, y Eastwood renuncia a contratar grandes estrellas para los papeles protagonistas. Jersey Boys cuenta el ascenso y la decadencia de Frankie Valli y The Four Seasons, la banda que en los años 60 arrasaba con hits como Big Girls Don’t Cry o Sherry, con una estructura clásica de sobras conocida por todos. Además, Eastwood no se olvida de narrar la polémica relación de Valli y el grupo con la mafia, aunque en realidad acaba teniendo una importancia secundaria en la cinta, como la propia presencia de Christopher Walken como el jefe de la mafia. 

Reconozco que mis expectativas para con la película eran más bien bajas; a pesar de tratarse de una película de un director como Clint Eastwood, la temática no me atraía lo más mínimo. Además, la música de The Four Seasons y la voz de Frankie Valli me llegaba a irritar de lo poco que me gustaba. Pero las luces de la sala se apagaron y al ver en la pantalla “Dirigido por Clint Eastwood”, me llené de buena disposición para que la cinta me gustara… y al final así ha sido. Como si fuera el Jordan Belfort en ‘The Wolf of Wall Street’ de Scorsese, Tommy Devito, el líder de la banda de puertas para afuera, empieza a explicar, dirigiéndose a cámara, la historia de The Four Seasons. Aunque este recurso invalida hasta cierto punto la inmersión del espectador para entrar en la película, la verdad es que se establece una complicidad entre los personajes y el público, pues también el resto de miembros de la banda, en un momento dado, hablan directamente a la cámara dirigiéndose a los espectadores. Este recurso funciona bien al principio, y al contrario de la película de Scorsese, que no abusaba de esta técnica, Eastwood se excede en su utilización y acaba por convertirse, según la opinión del que esto escribe, en algo cansino. 


Tommy DeVito, decía, nos explicaba la historia de su banda, pues aunque Frankie Valli lideraba el grupo cuando subían al escenario, era Tommy Devito quién manejaba los hilos. Vincent Piazza, que al parecer encandiló a Eastwood con una excelente audición, interpreta de forma notable a Devito, un personaje que parece salir directamente de la serie ‘The Soprano’. Curiosamente, Piazza apareció en algunos episodios de dicha serie y en ‘Boardwalk Empire’. Eastwood, que parece jugar a la referencialidad con películas y series de mafiosos, también incluye, en un papel poco importante, a uno de los actores de la serie protagonizada por el tristemente fallecido James Gandolfini. Muy curioso, además, que Joe Pesci aparezca como personaje con un papel de cierta importancia; un actor, recordamos, que en ‘Goodfellas’ interpretó a un mafioso de nombre Tommy DeVito. 

Uno de los aspectos más brillantes de la película es la descripción de la relación de la mafia con el grupo, esa New Jersey y ese barrio del que es difícil escapar. Además, de forma indirecta, también se palpa la sombra alrededor de Frankie Valli y el grupo cuando les recuerdan “las amistades de la mafia.” Para dar vida al jefe mafioso, Gyp DeCarlo, Eastwood confía en Christopher Walken, que se luce en los pocos momentos que tiene, la mayoría cómicos además de una escena en la que el director humaniza al mafioso y le hace emocionarse y llorar cuando oye la canción preferida de su madre cantada por Frankie Valli. Sin embargo, en lo referente al tema de la mafia sí se puede criticar que el futuro en Las Vegas de Tommy DeVito no acabe de definirse o se deje entrever de forma demasiado sutil. 

En contra de la película se puede objetar, como sucede en muchas películas que narran un lapso de tiempo bastante largo, lo poco creíble que resulta el paso de los años y en este caso un maquillaje que no hace justicia a la notable ambientación del filme. Especialmente difícil es creerse a un Frankie Valli de 16 años interpretado por un actor de 39 (John Lloyd Young), pero tampoco vamos a condenar la película por eso. Más abiertamente criticable es el hecho de que Eastwood alargue innecesariamente el metraje, añadiendo sucesivos números musicales que parecen no tener fin.  

Aunque alguien desconozca o no soporte la música de The Four Seasons (como es mi caso), Clint Eastwood se las arregla para que ese rechazo no se traslade a la película, porque la mano maestra del director de ‘Unforgiven’ nos lleva por esta correcta y entretenida película que no es ninguna obra maestra pero que, sin embargo, hay que reivindicar como un filme perfectamente disfrutable. El problema con esta película es que lleva la firma de Clint Eastwood, y es que si esperamos una obra maestra, saldremos del cine decepcionados, pero si ajustamos nuestras expectativas y nos llenamos de buena disposición, vamos a gozar viendo lo nuevo de un tal Clint Eastwood.

Título: Jersey Boys
Director: Clint Eastwood
Guión: Rick Elice, John Logan (Libro: Marshall Brickman)
Fotografía: Tom Stern
Año: 2014
Duración: 134 min.
País: Estados Unidos
Productora: 
GK Films / Warner Bros. / Malpaso
Reparto: John Lloyd Young, Vincent Piazza, Erich Bergen, Michael Lomenda, Christopher Walken, Jeremy Luke, Joey Russo, Freya Tingley, Sean Whalen, Francesca Eastwood, Kathrine Narducci, James Madio

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